Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Parte 4/5
“Comienzo de los días que vendrán”

Después de tres días de colonia, ella se intereso por mí. Se ve que el juego no le gustaba mucho, pero a mi me favoreció. Lo único que recuerdo es que yo estaba feliz porque ella quiso saber mi nombre.
Es feo o raro; o normal a esa edad decir esto pero yo extrañaba a Nicolás, es como que me faltaba un cómplice, me faltaba esa única persona que conoces cuando estás en un lugar ajeno. Una sensación así sentía de a ratos, igualmente era mi oportunidad de acercarme a Guillermina.

Y lo logré nos sentamos juntos a comer el sándwich de jamón y queso, un sándwich muy rico o al menos a Felipe le gustaba por que tardaban más en preparárselo que lo que él tardaba en comérselo.
Aunque todos los días eran la misma rutina esa tarde varió, dio un vuelco que lo recuerdo hasta el día de hoy.
Ahora veinte largos años después al cerrar los ojos puedo trasladarme exactamente al lugar en donde pasó lo que jamás tendría que haber pasado.
Al terminar de almorzar teníamos una hora de descanso para que la comida pueda bajar, en pocas palabras para hacer la digestión.
Nos sentamos al borde de la pileta Guillermina, Felipe y yo. Felipe era realmente insoportable, quizás era por que en el colegio los amigos lo molestaban demasiado y encontró en nosotros una situación totalmente distinta en donde lo tratábamos normal, como a cualquier otro chico.
Suele ocurrir eso de chico, el humillar a las personas simplemente por diversión. El complot de varios chicos contra uno.
Y fue en ese instante en que le propuse a Felipe jugar a bucear. Jugar a ir a buscar la piedra al fondo de la pileta. Pero con la única condición de que no se podía abrir los ojos. Y accedió.
Todo surgió por mis ganas incontenibles de preguntarle a Guillermina si quería ser mi novia. No había forma de poder quedarme a solas con ella, ya que me daba mucha vergüenza decirle algo si alguien más estaba ahí.
Arrojé la piedra al medio de la pileta y el se zambulló de cabeza. Al mismo tiempo que el entraba al agua agarré a Guillermina del brazo y la arrastré conmigo, hasta que empezó a correr, nos escondimos atrás del baño. Ella no entendía nada, y yo estaba decidido a preguntarle si quería ser mi novia, de cualquier forma, novios sin beso, que más da, estaba loco por ella.



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Confieso que al poner el mes "05" ya me asusté de como pasa el tiempo, casi-casi, mitad de año.



Les cuento, algunos ya entraron al ver la imagen ahí arriba, pero ahora seria la presentación oficial de un nuevo blog: ¿Lo dije o lo pensé?, que hace tiempo, diría que casi un año tenia ganas de sacar a luz, pero nunca me anime por que pensé que no iba a poder con los dos, es más intente buscarle la forma de fusionarlos pero es imposible por dos cosas:
La primera es que hay muchos subscriptos y no quería que les llegue un mail todos los días, ya que aquel blog, quizás se actualice más seguido que este ya que la temática/motivo/asunto del blog son cosas mas ocurrentes.
Y ahí engancha la segunda, por que predominara el humor acido, cínico, doble sentido, como es mi humor en general, y quizás a más de uno le moleste, entonces, de esa forma el que quiera recibir la actualización se puede suscribir en ese (gracias rro, por el dato).
Y de eso tratara ese blog, quejas absurdas, humor, quizás música, algún que otro recomendado, dejo en claro que este no se cierra, sigue, pero esta el otro también por si quieren ver mi parte más informal.

Otra cosa también es el agradecimiento a un mail que me envió Lile (está completamente loca) y que yo por cuidar su integridad, no pensaba hacerlo publico, pero a ella no le importa nada, lo subió y lo titulo: "Carta para Cristian".
También invitarlos aquellos que gusten o desean intercambiar opiniones, conocer nuevas personas y meterse un poco en el mundo de los foros, tienen abierta la invitación para entrar en el foro que estoy moderando junto con otros secuaces y es “Foro Berisso”.

Por el momento cerramos las novedades acá. Y ya se viene la 4ta entrega de Vagón umbrío. Buena vida y muchísimas gracias por ese amor tan lindo que me hace sonreír al leer sus comentarios. Sigamos haciendo el amor, por favor.

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Parte 3/5
“Soñar es peligroso”

Toda la amistad que un niño puede tener a los once años de edad se convirtió en un enamoramiento precoz cuando Nicolás se enfermo y falto una semana a la colonia.
Su falta provocó un acercamiento forzado a Guille y ahí fue cuando mi amor aumento y el solo hecho de ver su forma de ser, de niña tímida, de señorita educada, buena, gentil, simpática, pero al mismo tiempo peleadora, fue lo que me obnubiló por toda mi estadía en la colonia.

—Nicolás se enfermó, no viene —me dijo
—Uhh, pero nosotros ¿Seguimos siendo amigos? —pregunté
—Y sí, ya somos amigos
—Bueno

En esa época estaba el cólera y mi mamá estaba preocupada por eso. Recuerdo que ni bien se entero que Nicolás estaba enfermo corrió al teléfono a llamar a la madre de él. Por suerte y para mi suerte la madre de Nicolás le comentó que sólo era una gripe. Pero igualmente ya estaba educado para esa enfermedad. Siempre andaba con mi cantimplora de jugo de manzana con agua previamente hervida. No me dejaba comer frutas si yo no las lavaba, es decir que a la hora de intentar alimentarme o tomar algo se me venía a la cabeza mi mamá aclarándome todo.
Después de hablar con Guillermina salí corriendo al baño. No sé si fueron los nervios o qué pero me agarraron unas ganas terribles de hacer pis. Ahí supe que cuando me pongo nervioso me agarran ganas de hacer pis.
Y es hasta el día de hoy que sucede lo mismo. Los nervios pareciera que los canalizo meando.
Volví al lugar y ella ya no estaba más, pude observar que se había metido a la pileta, estaba en la parte bajita por que no sabía nadar. Yo tampoco sabía, ni quería aprender, sólo quería estar con ella, así que junte valor, agarré la pelota de plástico y me metí a la pileta.
Flotando, abrazando a la pelota que estaba bajo mi panza me fui acercando a ella;

—¿Jugamos a la pelota? —pregunté
—Bueno

Nos pusimos a jugar y en eso se acerco Felipe, nos miraba desde el borde. Lo invité a jugar con nosotros, y nos quedamos un montón de tiempo jugando hasta que llegó la hora de almorzar.

—Vamos a comer y después seguimos jugando —le dije a Guillermina.
—Bueno, vamos —respondió.
—El último que llega es cola de perro... —Dije y salí corriendo.

Sólo el gordo Felipe venía corriendo atrás mío y en un acto de caridad reduje la velocidad y él me pasó al grito de “Sos cola de perr...” tristemente no terminó de decir “perro” que se mató de un golpe. Aunque mi corazón y mis ganas de mostrarle a Guillermina lo rápido que corría decían una cosa, tuve que hacer otra, frené y lo ayudé a Felipe a pararse del suelo.
Y fue en ese instante en que Guillermina me alcanzó con su caminata de princesa perdida en el bosque y me dijo;

—Corres rápido. ¿Cómo te llamas?
—Cristian —respondí.
—Ah –Sonrió y siguió caminando.

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El mundo habrá acabado de joderse -dijo entonces- el día que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga

Cien Años de Soledad - Gabriel García Márquez

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Parte 2/5
“Locura de locuras”

Fue en el primer día en que la vi, tal vez, si el recorrido no hubiera empezado por la casa de ella ahora estaría contando otra historia, pero por suerte no fue así.
Cuando subí al colectivo con mi bolsa de caramelos ahí estaba ella. Sola, sentada en el último asiento. Y yo, siempre fui un cagón, me senté en el anteúltimo asiento.
Pero no dude en darme vuelta y apoyado en el apoya cabeza del asiento, le ofrecí caramelos, más bien un trueque;

—Te cambio, ¿los verdes claros por los verdes oscuros?.
—No
—¿Los rojos por los verdes oscuros?
—No
—¿Cuál queres por los verdes oscuros?
—Dos naranjas.
—¿Dos naranjas?
—Si
—Bueno... igual, no los quería.

Y me volví a mi asiento. Siguieron recolectando chicos por todo el barrio y se subió Nico, un compañerito del colegio. Pude respirar al saber que alguien conocido venía a la misma colonia que yo.
Al verlo mis ojos se agrandaron y mi cara gesticuló una sonrisa, una especie de invitación a que se siente conmigo. Pero no la entendió y se sentó con Guillermina.
Fue en ese momento en que me volví a dar vuelta;

—Hola Nico, ¿Vos también venís a la colonia?
—Sí, yo ya vine el año pasado, es re genial la colonia.
—¿Y vos? —le pregunté a Guillermina.
—Es la primera vez —respondió tímida.
—Ahh... igual que yo. ¿Son amigos?
—Sí, somos amigos —respondió Nicolás.
—¿Y yo puedo ser amigo de ustedes?
—¿Puede? —Le preguntó Nicolás a Guillermina.
—Sí —dijo Guillermina.
—Sí, podés —afirmo Nicolás.
—Bueno

Y me volví a dar vuelta. Era lejos la colonia, y por fin alguien se sentó conmigo. El gordo Felipe.

—Hola —dijo.
—Hola —respondí.

Esa fue toda la charla, creo que era hiperactivo ese chico. No dejaba las piernas quietas y hablaba mucho, desde ese día y hasta el último día en que estuve en la colonia se la paso jugando con un autito, pero un autito diferente a los demás porque volaba. Y se paseaba por todo el colectivo haciéndolo volar hasta que lo retaban y le decían que se siente porque si el colectivo llegaba a frenar se podía golpear.
Una arboleda rodeaba el predio enorme, un sendero de conchilla, unas macetas, la tranquera y por fin, llegamos a la colonia.
El colectivo siguió hasta el final, se podía ver una pileta, al costado un caserón, un quincho, una estructura de material pequeña, esos eran los baños. Comenzamos a bajar del colectivo. Entramos y nos hicieron sentar en el pasto formando un circulo gigante justo al lado de la pileta. Y empezamos a jugar, un juego que se llamaba, Nombre y animal. En donde todos teníamos que decir nuestro nombre y un animal preferido. La finalidad del juego era conocernos por que ganamos todos y el premio era un alfajor de chocolate Guaymallen que lo teníamos que comer en el comedor en el momento en que nos preparaban una taza de matecocido para desayunar.
Nicolás, Guillermina y yo éramos inseparables. A todos lados íbamos juntos, inclusive en los juegos siempre nos elegíamos mutuamente para que nadie quede afuera.
Si bien por esas cosas de niños mucho no me hablaba con Guillermina, más que nada por la timidez que hasta el día de hoy me sigue atormentando les puedo asegurar que fuimos pequeños grandes cómplices de una experiencia inolvidable.



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Parte 1/5
“Mi vieja crió un idiota de corazón lunático”

Menos de trece años tendría seguro, cuando mi mamá me anotó en la colonia de vacaciones. Me deprime no tener una memoria precisa, y envidio con saña a todas aquellas personas que la tienen. Solamente logro retener fracasos que quedan marcados como cicatrices, las cosas buenas mágicamente se evaporan, desaparecen sin dejar rastros.
En fin, para mí tenía once infantiles años cuando sucedió eso, cuando me enamoré.
A partir de ahí siempre me gusto la colonia de vacaciones, pero no es que me gustaba por la colonia en si, sino por que ahí estaba ella; Guillermina.
El micro pasaba por la esquina de mi casa y ahí estábamos mi madre y yo, una mochilita diminuta y mis ansias de que llegue el colectivo. Un colectivo viejo, todo naranja con asientos de cuerina marrón con una línea central en color cremita, de seguro fue el mejor colectivo en el que viaje en mi vida.
Al principio me negué rotundamente a la colonia. Me parecía algo totalmente en contra a mis derechos infantiles, ¿Cómo podría ser que mi familia me quiera mandar a una colonia de vacaciones en la cual entraba a las 10 de la mañana y salía a las 6 de la tarde?
Todo el día fuera de mi hogar, abandonado como un perro, solo, con gente desconocida, bien lejos de mis soldaditos, de mis caprichos.
Hasta que Franco me dijo en tono cómplice;

—Si no te gusta la colonia, yo mismo te traigo de vuelta hasta tu casa. —extendió su mano y me dio 10 caramelos Sugus en una bolsita.
—Bueno... —mientras que con una mano agarraba los caramelos con la otra me secaba las lágrimas.

Definitivamente Franco me caía simpático y más cuando me coimeaba. Fue el chofer del colectivo durante el tiempo en que estuve en la colonia.
Si pudiera volver ahora, no dudaría un segundo en subirme al colectivo, correr al anteúltimo asiento y sentarme a observar por la ventana como es mi barrio a las 10 de la mañana mientras el colectivo hace el recorrido en busca de los demás compañeritos. Y quizás hasta tendría tiempo para poder cambiar una parte de mi historia.
Ir a la colonia, ahora que lo pienso fue una casualidad del destino, por que mis padres no tenían plata para ir de vacaciones entonces me mandaban ahí y también por que mis padres al no tener vacaciones era imposible que yo me quedara solito en la casa.
Entonces de ahí surgió la idea de mandarme a la colonia. Lamentablemente no tengo fotos ni videos de la colonia, solo pequeñas imágenes en mi memoria, dando vueltas, que incomprensiblemente hoy una de ellas quiere liberarse, o quizás, quiera confesar lo que nunca me atreví a decir de chico o quizás simplemente quieran irse en paz.
Y es por esto que ahora narro esta historia, es un consejo de un viejo amigo que me dijo que “las historias al contárselas a alguien se vuelven a vivir”, y esa es mi idea, experimentar, regresar a ese recuerdo. Y por fin exorcizarme.



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