Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Y nos decíamos la verdad, solo en una ocasión, solo en un momento, cuando estábamos debajo de la sabana, justo ahí cubiertos de oscuridad y calor, nos decíamos cuanto nos amábamos.
Desabrocharte el corpiño, con la inutilidad que me caracteriza, que vos me halagues al oído, que hoy sienta tu falta, yo que jamás quise quererte, por el miedo estúpido de llegar a necesitarte de día, de noche, de mañana, a media tarde, adorarte con pedazos de mí vida, fragmentar mis momentos más lindos pensando en que vos tendrías que estar a mi lado compartiéndolos conmigo.
El egoísmo despreciable de haberme enamorado y quererte solamente para mí, fue lo que hoy nos separó para siempre. Te aturdí de palabras llenas de amor, te ahogue con mi oxigeno de sal.
Todo el tiempo roto.

Deseaba con toda mi alma, que vos me rompas el corazón, me enojaba día a día porque no podía llegar a entender como una persona puede morir sin vivir un amor intenso. Y ahora comprendo ¿Para qué arriesgar?
Comparabas la música francesa con la nuestra cuando te emborrachabas y me decías que todo había cambiado, que ya no se escriben canciones para escuchar en días de lluvia que ahora son todas para los recitales. Se que esto es algo irrelevante para mi vida, pero es una prueba de que me acuerdo de todas nuestras charlas, tengan o no tengan relevancia.
Y como pétalos se iban cayendo mis días, con la tristeza camuflada de nostalgia, y los sueños implorando un beso en forma de palabra, algún llamado, alguna noticia, o al menos la despedida que nos debemos.
Como caídos del sueño, como desahuciados, deshonrados por algo llamado amor, que no mata, pero envenena.
Y siempre el pensamiento de que con el paso de los días, nadie, se acordara de nosotros, de mí, de vos, de nada. Porque la vida se trata de eso, de saber olvidar.
Que tengas una buena vida, linda, lindísima.

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Caes de trampa y en puntas de pies (gato negro)
rompes la taza contra el suelo
esa porcelana fina, obsequio de mamá
ya no te levantas.
Te conocí así, que lastima sentí
nunca podrás escapar
salí de ahí,
salí de ahí.
Azulejos en rombos azules,
piso cualunque,
colchón, y agua
ese era todo tu alimento,
tu mundo.
Salí de ahí.
Intente sacarte, ¿Recuerdas?
yo fui el que se humillo
fui yo, el que te sumergió
en un amor cruel y sangriento.

Es mi cuchillo de palabras el que atraviesa tu estomago
el que engancha tus tripas, el que se duerme en tu vientre,
salí de ahí, te espero en el techo.
En puntas de pie, asomate por encima de la mesa,
prende la luz,
“todo el tiempo haciendo eso”
ya no sabes ni en que día andas.
Salí de ahí.
Te hacías la dura, la más callejera
con razón fuiste tan fácil,
la no fumo, no bebo, no salgo, no duermo
y ahora, mirá en lo que te has convertido
en una minita muy servicial,
la inmensa alegría de haberme alejado
es la que me inspira a escribir.
Me llevo un zapato,
te dejo una media,
me llevo tu sangre
manchando mi pecho.

Y ya me enteré que volviste a dormir con la luz apagada.

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