Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Lo peor de escribir es la imaginación. Recuerdo cuando me toco el brazo y rodeo toda la barra, yo pensé, inquieto, imbecil, ahí parado, como condenado a muerte que se iba a encontrar con su novio. La seguí con la mirada, y mandé la solicitud de amistad, resignado.
Quizás no fue en ese preciso momento. Me costó buscarla, no voy a mentirles.
El tema es que lo hice, me quede frente a la computadora con una copa de vino. Como aquél que elige el último deseo y lo elige mal.
Yo creo que ella no se dio cuenta, pero cuando me toco el brazo, me quede inmóvil y mire todo su trayecto, recorrió todo la barra, yo creo en el fondo ella esperaba que yo la agarre y le diga con toda mi estupidez cual es el nombre, al menos, como se llamaba.
Pero los tímidos sentimos una sensación constante de que el sol nos da en la cara y resignamos cualquier posibilidad y mal interpretamos cualquier señal.
El tema es que ella era hermosa, hasta su mochila lo era.
Y quedar como un psycho ya me importa poco.
Yo no podía comprender su belleza, todo era chiquito menos su belleza. Está en la pavada inconsciente, será una anécdota mal contada pensé.
Pero esa noche no pude dormir, aunque dormía no dormía. Al otro día me levante mal, y comencé a pensar en como reconstruir esa pared, aunque las bases estén mal construidas a veces quisiera ser como esos tipos que no les importa nada y destrozan todo. Quizás son tipos que no tienen nada que perder o ya lo perdieron todo.
Eso es lo peor de escribir, que toda mujer nos inspira a crear mil posibilidades que nunca sucederán y nos sometemos al castigo de los demás cuando contamos nuestra historia.
El tema es que ella ahora duda en aceptar, y yo me arrepiento en haberle enviado la solicitud, a decir verdad, no tengo el valor para cancelar.
Se que tiene novio, pero no estaba esa noche, entonces tengo libertad para hacer lo que me plazca, estoy en todo mi derecho, porque entre nosotros (nadie dejaría a esa criatura andar tan sola en bares tan raros) Mi esperanza es que ella me diga “Hola, yo estuve ese lunes”. Y mi respuesta llegará en al menos 48 horas. Por que no sabré que responder, por que el mundo es así, es cruel, hermoso, dañino. Pero amo, todo lo que habita en el.
Esta será otra historia más, otra historia sin final.
O quizás algún día pueda contarles el final. Ojalá así sea, porque esa boca roja y esos ojos café no los olvidare jamás.

Seguir Leyendo...

Odio los encendedores, nunca encienden. Apago la luz de la cocina para intentar concentrarme, sí, tengo la computadora enfrente a la cocina. Es triste, pero real. El ventilador es una hélice gigante de un helicóptero herido, tuc tuc tuc tuc tuc. Pienso que algún día se va caer y me va a rebanar la cabeza. Y será la muerte más inútil, pero la menos dolorosa.
Hoy te ví feliz, lo recuerdo porque estas lejos, allá con él, merecedor de tu gracia. Yo sigo acá, como un perro guardián al que se le murió el dueño.
Vi tu foto, soy un tanto más masoquista en la oscuridad, disfruto eso, como también del vino. Tendría que hacer más ejercicio pero me conformo con prender un cigarrillo. Todos mis encendedores no andan o tienen piernas y se van. Huyen. Será una señal, es una lástima que ya no crea en ellas. La última me humillo frente a vos, todavía lo recuerdo un día de lluvia... no lo volveré a contar.
Te fuiste con tu culo, tus tetas, tus ojos, tus piernas. Todo tu cuerpo se evaporo frente a mí. Me decías que estabas distraída, que no tenia sentido vivir así. Yo asentí, y me paralice. Te extraño a veces, en realidad extraño mucho al cactus en la maceta diminuta. No era un puto cactus era una demostración de amor, para que veas lo difícil que era decirte te quiero. Jamás te diste cuenta, ya debe estar muerto, aunque sobreviven muchísimo tiempo.
No me gustaría volver a verte ya vieja, más grande, más gorda, más grande, más gorda y así. Pero quédate tranquila a mí me pasa exactamente lo mismo. Aunque quizás más frío, más distante, más petrificado, imposibilitado a decir te quiero nuevamente, y a tener esa maldita sensación de la importancia de la palabra.
Quisiera irme a París o a Valdivia, quisiera vivir en una película con final feliz.
Pero no, me conformo con un vino tinto, y una lapicera y una libretita y una foto, o un cuento de Julio.
Aprendí a conformarme con poco, ya ves, es difícil a esta edad apuntar a algo más grande. Y más en la situación en la que uno se encuentra. Y más cuando la ciudad te aplasta.
Pero soy feliz, aunque no lo creas. Soy feliz imaginando vidas de personas que nunca conocí, ni conoceré. Como te imagino a vos.

Seguir Leyendo...


Invitame un café en cafecito.app



Copyright 2005-2020


Invitame un café en cafecito.app


Autor | Secciones | Contacto