Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

El padre

Me senté en el sillón mientras mi mujer anunciaba que salía de compras, no tenia más aceite.
El portazo me hizo recordar con nostalgia el día en que la conocí.
Eran otros tiempos, en Bernal, en la calle Hupachay frente al bar “La encrucijada”. Rubia sumisa y sensible, de locura predecible, una “loca linda”, así le decía yo, mucho antes de conocerla. Osmar fue quien me la presentó, y yo quien la emborrachó.
Dos tequilas y tres mentiras fueron el pasaje al hotel “Enredos”.
Y el tiempo pasó, pasó muy rápido y nosotros no pensábamos detenernos. Le seguimos el ritmo y acá estoy, en este viejo sillón, pensando en ella. Siempre pensando en ella.
Sus manos, sus besos, sus reproches de por qué llegaba tarde, nuestros cafés, nuestras promesas. Por fin Dios estuvo de mi lado.
Tenemos una hija que salió igual a mi esposa, con su impactante belleza, con toda su inteligencia. Y se nos escapa de vez en cuando, se nos pierde por ahí con algún muchacho. Quien sabe, quizás le gusta el tequila.
Nada más confortable que llegar a casa y ver a mis dos princesas ahí. Esperándome, con abrazos que recargan mi vida. Con caricias que retienen mi envejecimiento.
Sólo una vez sentí que me moría y eso me alcanzó para que cambie mi vida, comprenda y entienda que es una sola.
Trato de ser mejor persona cada día, trato de facilitarle la vida a mi familia, intento dejarle algo a mi hija, a mi esposa.
Sé que algún día marcharé y más que recuerdos no podré dejarles, más que promesas y sueños inconclusos, más que un “mi viejo...” no podré darles. Y aunque no lo crean, eso me parece poco.
Y ahí viene la nena, despacio, sacando pecho, imponiéndose en el barrio, advirtiendo su llegada. Entra y como siempre lo hace, me da un beso, me dice que me quiere y se marcha a su habitación, a estudiar, a escribir, a llorar por que algún hombre le mintió. O quizás por que ella le mintió.
Sólo me sale decirle “¿Cómo estás hermosa? ¿Cómo fue tu día?”. Ella siempre responde lo mismo: “Bien viejo, me fue muy bien, aprobé un parcial y ahora me voy a bañar porque tengo que estudiar”.
Las palabras se me acortan “Te felicito hijita, estoy muy orgulloso de vos” y la devora la puerta del baño.
Muchas veces me acerqué y pude escuchar sus llantos, maldiciendo a quien se le cruce por la mente.
Son momentos de impotencia en los que tengo que aguantarme de entrar y decirle que me cuente todo para saldar sus penas, para entenderla. Pero no debo, ella tiene que aprender sola. Después de todo, el esperarla que salga del baño y abrazarla tal vez alivia un poco su penar. Es una forma más de poder enseñarle que nunca estará sola.


La princesa

Cada día que pasa me cuesta más caminar en este barrio, lleno de gente que te prejuzga y te asesina sin piedad. Estoy harta de fingir ser la heroína, la que nunca le pasa nada, la que camina soberbia para opacar comentarios.
Se repite la rutina y cuando abro la puerta de casa esta mi papá sentado en un sillón, nada más deprimente que encontrarme con eso y sólo hay dos formas de verlo ahí: durmiendo o esperando algún milagro, siempre esperando.
Le cuento mis novedades que no modifico hace tres años, por el solo echo que no me gusta que se metan en mi vida y sin embargo él nunca sospecha de nada.
Me encierro en el baño, abro la ducha y con pastillas confieso mis llantos.
Por suerte cuando salgo del baño él esta ahí esperándome, atajando mi cuerpo desganado, abrazando mis penas, aunque eso no me alcance. Para ser sincera, muchas veces me gustaría que derribe la puerta y me saque de estas mierdas, rara vez me siento contenida, quizás, siempre estaré sola.


La esposa

Yo nunca elegí ser ama de casa, y encima no hay más aceite. ¿Quién va ir a comprar?: la esclava. Mientras mi esposo seguramente se sienta en el sillón, con siete grados tengo que ir caminando hasta el almacén. Siempre yo.
Encima lo anuncio a los cuatro vientos esperando que salga el hombre despierto del que me enamore diciendo: “Deja, voy yo”, pero eso nunca pasa ni pasará.
Son pequeñas cosas que me fastidian, pero si no voy yo… ¿quién va ir?
La nena llega de la facultad y se empastilla, aunque no me lo diga, yo no nací ayer.
Mi esposo llega del trabajo y automáticamente espera la muerte sentado en un sillón. Ya no es como antes, quisiera volver el tiempo atrás, para replantearme si realmente esto es lo que yo quería de mi vida.
Pero ya estamos viejos y no hay con que darle, nunca le seguimos el ritmo al tiempo.
Ni siquiera me siento linda, por más que me compre ropa y vaya a la peluquería. Hace dos meses que mi marido no me toca un pelo, ni por error. De seguro debe tener un amante, mucho más joven y linda que yo.
No me importa, seguiré viviendo así, no hay otra opción, tampoco tengo amigas para planear una huida. Y por si eso fuera poco, este barrio es un infierno.
En fin, ya no puedo ocultarlo más, necesito aire, algo que me saque de este lugar viciado de resignación.
“Viejo, voy a comprar aceite” a lo que él me responde “Bueno, yo me voy a sentar un ratito en el sillón, ya debe estar por llegar la nena”.
Era previsible.



(La humilde Lola, corrige y revisa los horrores ortográficos de este texto)

4 Comentarios:

# matrioska_verde dijo...

me gusta como has contado la historia desde las tres vertientes... bontio texto.

bicos,
Aldabra

# Anónimo dijo...

Realmente tengo que reconocer, que no soy padre y estoy muy lejos de serlo. Pero la forma en que lo relatas, te hace sentir en la piel de esa persona.

Y la verdad te felicito, pocos escritores logran ese efecto, y por una vez en la vida, por más temprano que sea te das cuenta de lo que podría llegar a ser padre/madre, y este texto, gracias a tu forma de relatar te ayuda a reflexionar, sobre que queres, y cómo lo queres.

Yo la verdad aprecio de sobremanera tus escritos, me pareces un excelente escritor y espero que sigas en esto. Muchos de tus textos, por más malo que halla sido el día, siempre me sacan una sonrisa.

Te dejo un gran saludo.

Federico, un frecuente lector.

# DiOzZz dijo...

son excelentes tus historias, sos un narrador de los mas copado!
estudiaste en algun lado?
t hacen sentir como si uno fuera el personaje...los sentimientos t llegan.
me encantaria escribir asi...pura envidia la mia!
aunque tengo poca esperiencia en la vida, puedo decir q sos grosso..
segui escribiendo!

me daba verguenza comentar, porque me siento disminuido con tan buena redaccion tuya...como que asusta :S


bueno, te mando un saludo
y que andes de diez!
espero que publiques otra historia pronto!



Nehuen.

# Cristian Sena dijo...

Aldabra: Gracias, sí, fue algo nuevo, nunca antes habia contado una historia así.

Federico: Muchas Gracias Federico. La verdad que a medida que comencé a leer tu comentario una sonrisa se me dibujo en la cara. Que increíble que genera esa sensación en vos. Que alegría, comentarios así, me ponen la piel de gallina. Gracias de vuelta y me alegro que te guste como escribo. Estás invitado a comentar en los textos que quieras, sin presiones, lo que sientas. Un abrazo grande, gracias por la buena onda.

DiOzZz: Gracias Nehuen. No, siempre que quieras comentar, hacelo, no te prives de eso, es lindo, a veces sentimos la necesidad de decir algo y no hay que privarse. No estudie en ningún lado, estudio Diseño gráfico, pero me apasiona escribir y es practica, no me considero un escritor, estoy lejos de serlo.
Me gusta escribir y lo pienso seguir haciendo. Yo tambien siento una especie de envidia cuando leo textos de otras personas que realmente me llegan, son segundos, después comienzo a disfrutar el relato. No sé si es envidia realmente, la verdad, creo que es más un deseo: El de poder escribir como lo hace él.
Igualmente cada uno tiene su estilo, yo jamás podría escribir algunas historias, mientras otros las escriben como si fuese un comentario en un flog.
Eso es lo lindo, intentar superarse cada día. Un saludo, gracias por el comentario y la buena onda.
La próxima sin vergüenza. Que acá somos todos amigos.

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