Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Todavía no conozco una mujer que no este orgullosa de haberle robado algo a su ex novio. Que no fanfarronee en mi cara con una remera que le robó al ex novio, y lamentablemente, la hace más sexy y no sé por que.
Lo cierto es que si no es una remera, es una taza y si no es una taza es una puta gorra. Pero siempre disfrutarán el poder robarle algo a algún ex por más mínimo que sea. Y generalmente esas cosas que te roban son las que más valor tienen para uno.
Claro, no es que vos tenes la opción de darle algo como para que simbólicamente no te extrañe. No, ni ahí, así tendría que ser. La mina viene y te arrebata toda tu infancia en una remera y esta chocha.
Pero yo fui mucho más lejos todavía. Llego un momento en que me volví loco, estaba desquiciado, necesitaba saber ¿A dónde van todas las prendas de los ex novios robadas por las minas?. Lo primero que pensé es que debe haber un museo. Una bóveda llena de objetos valiosos, léase remeras, pantalones cortos, boxers, tazas, cuchillos, jeans, fotos, cartas, etc.
Me cabe mi propia tumba en nostalgias pero aun así buscaba un cacho de oxigeno, ¿Cristian si fueses mujer, donde guardarías todas esas cosas? me pregunté y le di un sorbo al café.
Las distintas alternativas las fui escribiendo en un Papel, eran ocho, pero solo una inconcientemente la escribí en mayúscula.
SHOPPINGS, ¡Sí!, en los shoppings, hay en todo el mundo, repartidos en zonas estratégicas y nada más rompepija para los hombres que los shoppings.
Ahí se esconde el secreto, ahí tiene que estar mi remera, mi taza y todo lo que la yegua obsesionada de mierda, me robó. Lo que me despojo sin escrúpulos.
Cuando uno se pone ciego, desconfía hasta de su propia mujer. Y llegue a sentir que dormía con el enemigo. Cuando preparaba la comida, desde la mesada la miraba de reojo, cuando hablaba por teléfono, sé que hablaba en códigos. Lo sé. Conversaciones así, dejan largas sospechas complicadas de digerir.

—Y yo lo tengo que matar, Juliana, lo tengo que matar. —gritaba por el celular.
—No, sí, más vale, ahora no, pero a la larga lo termino matando, acordate lo que te digo. —Volvía afirmar.

Cuando cortaba su disimulo era infantil.
—Otra vez el profesor de Matemática desaprobó a Julián, tenemos que hacer algo.

Claro, y yo me chupo el dedo. Pero eso no era todo, había más, mi mujer era un monstruo, constantemente iba al shopping, siempre, sea el día que sea, nublado o con sol, de mañana o de tarde. Si yo llevaba la cama allá, seguro no volvía más a casa.
Hasta que decidí seguirla. Ahí comenzó el jueves “off sale” de mi vida.
Estaba regalado, jugado, fui un blanco perfecto. El típico veinteañero nostálgico boludón.
La seguí, deje el auto en el estacionamiento, ingresé al shopping y la mezcla de perfumes me hizo volver hacia atrás, junte valor y justo la vi entrar a un Local, lo primero que me llamo la atención que la seguridad privada era Femenina. En su hombro izquierdo leí la empresa “M.P.P.M”. Seguí caminando, disimule, llegué a un bar totalmente paranoico, abrí la notebook. Entre a google y puse M.P.P.M y saltaron miles de enlaces. La empresa realmente se llamaba “Mujeres protegidas por mujeres” y su slogan era “Por que todas merecemos una seguridad especial, es por eso que M.P.P.M sabrá cuidar lo que es tuyo. Solo mujeres al servicio de otras mujeres”.
Automáticamente pensé en los borrachos del tablón, en la doce, en la Cosa Nostra, la mafia Siciliana, los yakuzas, en miles de grupos violentos, imagine a mi esposa como primera línea, la dulce mujer que me servia el desayuno reunida en una mesa redonda con mujeres sin escrúpulos, asesinas de infancia, las que no tienen piedad al expropiarte de algo querido. Las ventajeras de novios sumisos y enamorados.
Desde el bar se veía la puerta del local. No entraba un tipo ni por error. Adentro habría unas veinte o treinta mujeres, simulando comprar, fingiendo una compra más. Todas hablando, algunas se reían, pero lo que más me llamo la atención fue la puerta del fondo, en donde la mujer que entraba ahí salía llena de prendas, no sé si era la encargada del local y atrás habría un deposito, pero lo raro era que todo olía a Jazmín.
Y ahí entraba ella. Mi mujer. Dos bolsitas de cartón y su entrada, saludando a todas las mujeres del local, con guiños cómplices, se regocijaba en el fango, le daba placer, hasta las minas de seguridad miraban para los costados cuando ella entraba, custodiando su entrada.
Y yo a la expectativa de todo. Un espectador con ganas de entrar con una ametralladora y masacrar a todas las chupa sangres. Al grito de guerra “Por vos Jorge, por vos Martín, por vos Ariel, por vos...” y seguir con la lista de amigos que nunca se animaron a vengar la perdida de algún objeto valioso.
Pero me contuve, junte valor nuevamente y me dirigí al local. Inevitablemente las de seguridad me pararon en la puerta.

—¿Señor?
—Hola chicas, ¿Cómo están?. Que lindo el pelo así, bombón, eso se re usa en Francia, Inglaterra y ahora esta por llegar acá, te felicito, tenes un muy buen gusto. —Y acaricie el pelo pajoso de la morocha, un cuarto de ese se me quedo en la mano.
—Señor, estamos cerrando no puede ingresar.
—¡Ay chicas! me mata Roberto, por favor, necesito entrar, son dos segunditos, por fis —simule ser lo más afeminado posible.
—¿Roberto? –Pregunto la rubia calva.
—Sííí —respondí hecha una loca—, mi amo todo poderoso, Roberto Piazza, ¿Qué otro rey existe que se llame Roberto?. Yo trabajo para él. Somos tres las chicas, ay perdón, que tonta, somos tres los chicos, fue el inconsciente jijiji —nunca me sentí peor en mi vida. Tenia que entrar por las buenas o por las malas.
—Bueno, dale, esta bien, solo por que sos amiga de Roberto, sino, no entras. Mándale un besote.
—Bueno una tormenta de besitos para mi Rober.

Una vez adentro, escondiéndome de mi mujer, todas me miraban, sentía el peso de sus miradas a mis espaldas, era el centro de atención, podía oler el miedo a la muerte, se me congelaron los pies, cuchicheaban entre ellas, miraba para atrás, temía el cuchillo por la espalda, la encrucijada fatal.
Me fui deslizando como una cobra que espera comer el ratón, hasta la puerta y ahí me senté.
En ese instante, observando todo de lejos, creo que ni Saddam se sentía como yo al esperar su pena de muerte. ¿Acaso yo era el ratón? —me pregunte al caer un poco más en la realidad de donde me había metido. Mujeres, mujeres y más mujeres. Gordas, flacas, rubias, morochas, jóvenes, viejas, altas, petizas. Un mar de mujeres, cada vez más, comprobé que en la puerta a las mujeres no les prohibían la entrada.
Yo estaba solo, mire para el costado y ahí estaba mi destino. La puerta, a dos pasos.
Mis pulmones salían de mi boca y me decían “prendete uno, quizás sea el ultimo”, pero ahí no se podía fumar y mis sobacos ya estaban largando un olor casi en estado de putrefacción. Tenia una canilla abajo del brazo. Destilaba olor a cerveza y pizza de la noche anterior con los muchachos en el bar. Miles de recuerdos se venían, me escupían y se iban, hasta que llego el definitivo, aquel que me dijo “todos cumplimos una función en el mundo”.
Les juro que era el Che, Maradona metiendo el gol a los ingleses, me sentía Robie Williams cantándole a setenta millones de mujeres. Junte orgullo, tragué saliva, observe a mis costados y abrí la puerta.
Era un pasillo largo con otra puerta más, lleno de estanterías. Miles de prendas nuevas, las toque, sentí su olor a nuevo, estaba abatido por la situación, cansado, agobiado. Pero eso no me ofusco, no fue una decepción, después de todo, existía la posibilidad de que todo lo que había pensado era mentira. Que nunca existió la legión de mujeres sin alma, expropiadoras de infancia y recuerdos gratos. O lo que más temía, que realmente exista.
Unos ruidos de tacos me asustaron, me pare justo detrás de la puerta y ahí ingresaron dos mujeres, con la misma vestimenta, los mismos zapatos. ¿Casualidad o Señal?.
Caminaban por el pasillo, se dirigían hacia la puerta gris que estaba al fondo. Iban murmurando, charlando en códigos.

—¿Llego lo de paraguay? —le pregunto la más bajita.
—No sé, ya tendría que haber llegado. Yo les dije que era urgente. —Contesto la rubia.
—¿Venezuela? —consultó el demo de persona, es decir la petiza.
—Sí, ya esta acá, lo trajeron esta mañana, las chicas de la mensajeria —respondió la rubia, fría y altanera.
—Ja, las de la mensajeria, acá podes hablar tranquila, nadie te va a escuchar. —le comentó la petiza.
—Bueno, esta bien, las trolas esas, vino la gorda Clara y me pidió un parte, no se lo dí, se piensa que es la jefa, que se vaya a cagar. —Contesto la rubia.
—Esta bien, vos a la única persona que le das los partes de stock es a mí, y a nadie más.

Estaba en presencia de la primer organización aun más secreta que los masones. Todo cerraba perfecto.
Abrió la puerta y se perdieron bajo una luz de cinco de la tarde. Quizás mi vida cambie al pasar esa puerta. Tal vez, me sienta una insignificante persona que descubrió algo tan inmenso que sus ojos no pueden divisar. Lo más probable es que detrás de esa puerta se encuentren largos pasillos, con grandes cajas y cajas, archivadas por nombres de victimas (ex novios) y nombres de guerra (las yeguas), mujeres con Fal y ametralladoras. Después de todo, algún día moriré, pero antes tengo que hacer algo, de que sirve descubrir el paraíso para mi solo.
Ya no hay horas ni minutos. La puerta espera ahí, inmóvil. Llamándome telepáticamente.
Vamos hombre, camine hacia la puerta, descubra el futuro —me decía una voz.
Me acerque lento, perseguido, mirando para atrás, puse la mano en el picaporte, lo apreté fuerte, cerré los ojos y abrí la puerta.
Se escuchaban ruidos, una brisa me despeino. Un grito me atormento.

—¡Mi amor! ¡Viniste a buscarme!

Abrí los ojos y ahí estaba ella, con tres paquetes y dos bolsas de cartón. La puerta simplemente daba al estacionamiento del shopping. Era una puerta de emergencia, sin letrero. La entrada y salida de empleados. Mi escape al mundo real era mi mujer.
No sé ustedes, pero yo creo que hay un sociedad secreta, que mi mujer no es mi mujer y que esta búsqueda recién comienza.
Y si quieren ayudarme, todavía busco una remera azul floreada, con flores blancas. Estilo hawaiana. Es horrible. Pero es mía.

9 Comentarios:

# Matías dijo...

yo todavía estoy buscando una remera de san clemente del tuyú del año '99 que me servía para jugar al futbol , dormir, ir al gimnasio, y para ir al bar a tomar cervza.....pedido a la solidaridad.... si alguien la encuentra, ya sabe. le avisan a cristian.

# DiOzZz dijo...

jajaja! esta excelente!
me tente mal, q hasta mi vieja vino a preguntar que me pasaba xD
(si, mi mama es medio paranoica tambien...)
muy bueno, como todo lo q escribis!

# Anónimo dijo...

MUY BIEN ESCRITO CRISTIAN... YO ESTOY DE NOVIO HACE 5 AÑOS Y MONEDAS... ES MI PRIMER Y ÚNICA NOVIA.. Y EN TODO ESTE TIEMPO ME CHOREÓ CAMISETAS, MEDIAS, REMERAS, AMÉN DE QUE CUANDO VIENE A CASA ME MORFA TODO!! Y ESO QUE ES MI NOVIA.... TE IMAGINAS SI ALGÚN DÍA PASA A SER MI EX NOVIA???? ES PARA PENSARLO.... UN ABRAZO GRANDE BRADER, SEGUÍ ASÍ..

# La luna dijo...

Wao. El otro día fui a la casa de una amiga y pude divisar, entre una lucha de vestiduras, una camisa celeste con flores blancas. Me gustó y me la quedé. Aunque si, es horrible. Y es de mujer, sino ya te la enviaba por mail.
Hoy tuve prueba de Culturas y estéticas contemporaneas (?) sobre los mundos reales y eso. Me fue muy mal. Quizá si hubiese leído esto antes, me ganaba al profe. La cuestión es que ayer no leí nada. Ni tu blog ni mis apuntes.
¿Qué tiene que ver? No se, tenía ganas de contarselo a alguien.
Volviendo (bue, yendo) a lo que escribiste, me hiciste acordar mucho a Ale Dolina. Empezando por el título.
Y eso es algo bueno.
Te cuento un secreto: no existe tal conspiración, robamos para recordar, y somos tan poco originales que todas hacemos lo mismo.


Saludos!

# Anónimo dijo...

Cristian, sí, yo de nuevo por acá. Lei tu nuevo texto hace un par de dias, y el comentario me lo guardé para mi. Más que comentario, lo que pensé mientras leia. Hoy lo decidi compartir.
Mi ultima exnovia, no me robó nada. Hizo algo peor. Tuvo de rehen a 5 cd's mios!! ¿Lo podes creer? No es q me los quiso devolver, ni quedar para tener de recuerdo. Ni uno ni otro. Me los secuestró. Absolutamente sin escrúpulos. Para colmo el trato debia seguirse al pie de SU letra. Es decir, y cito "o me devolves la cadena -regalo de ella para mi- o te tiro los cds a la mierda". A lo que la logica y el sentido comun me hicieron responderle "Fue un regalo". Le chupó un huevo, y pronto me chupó un huevo a mi su cadena de morondanga. Por lo cual opté x recuperar mis discos, entre ellos "pampas reggae" y "mil vivos" de los pericos. Bueno che, queria compartir eso. Un saludo virtual.
Tu lector, J.

# Cristian Sena dijo...

Matías: Ya leyeron a matías. Si alguien encuentra la remera de San Clemente, me avisa.
Gracias por el comentario Mati, un saludo.

DiOzZz: jjaja, me alegro que te haya gustado. Un saludo, gracias por la buena onda. Cuidate.

BERTITO: jajaja tu novia es la excepción a todo me parece. Si algun día pasa a ser tu ex, busca un buen abogado (Cuack). Suerte y más que suerte. Gracias Bertito por la buena onda.

Clara Clayton: La pucha, justo de mujer. Alejandro, un monstruo. Sí es muy bueno, gracias.
Si siempre sospeche que roban para recordar, pero no es mejor que nosotros elijamos que darles y que no. Aunque cuando uno esta enamorado, entrega todo.
Un saludo, gracias por el comentario. Estudia para la próxima. Cuidate.

J.: ¡Que bueno volver a leerlo J!.
Jjajjaa no podes, encima cinco cd's es un montón. Eso es una guachada.
¡Los pensaba tirar! es de no creer.
Que locura, menos mal que los recuperaste. Un saludo J, gracias por compartir tu pensamiento, por leerme. Cuidate. Suerte y más que suerte. Ciao.

# Mariela Alatriste dijo...

Jajajaja, buenísimo che boludo de madres. Me mató, yo no sé porqué la parte de "Cristian si fueses mujer, donde guardarías todas esas cosas? "

Te imaginé con tu imagen esa del display de blogger haciendote esa cuestión y luego me acordé del "Eduardo y no sos nada" y me dio risa.

Hoy ando medio simple.

Saludos che y suerte ;)

# Freddy dijo...

Jajaja...

Te comento, esa sociedad existe. Es mucho más grande de lo que crees y sus tentáculos se extienden a lo largo de cualquier institución organizada del mundo. Cualquier empresa que se precie esta infiltrada por "ellas". ¿No te ha pasado en la fila de cualquier Ministerio Público que la supervisora es una mujer que discrimina a los pobres hombres?.

Si alguna vez has ido de compras con tu novia (admítelo, todos los hombres lo hacemos por amor), te habras fijado en el recelo con que las vendedoras te ven en una zapatería, yo creo que allí se encuentra otro departamento de la organización del cual desconocemos su función, y algún dia, algún valiente se adentrará y nos lo revelará.

Saludos, un placer leerte, como siempre.

PS: Si ves un saco negro con letras rojas es mío...

# Anónimo dijo...

jajaj es genial lo q escribiste y es verdad, yo tengo muchas cosas que les robe a mis ex.
me encanta lo que escribis, realmente sos muy bueno. saludos
aye

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