Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Vos no entendés que yo te veo, y no estoy loco, que te veo, en el humo del cigarrillo, en la ceniza en el cenicero, en las manchas de humedad del techo, yo te veo. Y cuando duermo te dibujo, en mis sueños, constantemente, encarnada en mí.
Yo no estoy loco, pero te veo, y no te hablo porque soy tímido y porque no quiero que mis amigos me escuchen porque después yo sé que ellos no, pero seguro se va a filtrar y la gente va a hablar, dirán que estoy muy loco todo el día encerrado ahí, dirán que camino por la calle hablando solo. Pero no estoy solo porque yo te veo, en mi sombra, en el semáforo cuando esta en amarillo, en esos segundo ahí nomás apareces vos para decirme que estas conmigo que no estoy solo.
En la espuma del detergente cuando lavo mi plato y mi vaso, los utensilios de cocina, en el puré que desparramo por todo el plato, las migas de pan forman tu imagen y en cada segundo me pregunto, si vos me veras, si algún día me hablaras, pero por ahora con verte me alcanza y me sobra, porque yo solo necesito eso, verte.
Y mirarte en otras personas es realmente fascinante, hasta que escucho su voz y me doy cuenta que vos no sos y la persona vuelve a tomar su forma originaria, la de siempre, la que sé refleja en el espejo por la mañana.

Te veo, cuando me enjabono y me miro el pecho, cuando el agua no esta ni fría ni caliente, tibia, y en los días de invierno en que el vapor cubre todo el baño, yo te veo dibujada en el espejo, muchas veces extendí el tiempo en el que me aseaba simplemente para contemplarte un rato más.
En la playa, este último verano logre verte en la espuma que deja la ola cómplice de mi amor por vos, en las nubes al mirar el cielo, todo el tiempo puedo verte.
Para que sepas mi amor, que nunca te has ido, yo te veo. Para que entiendas que realmente te amo, te veo y eso me tranquiliza, me hace entender que todavía estas bien. Si es que todavía estas en algún lado, si es que todavía yo estoy vivo, si es que todavía estamos.
¿Estamos? Que importa eso ahora, quizás vos también me veas y eso es lo que nos mantiene unidos, esa posibilidad de vernos, de saber que estamos, que nunca nos fuimos, que nunca nos dejamos de querer.
Y espero con ansias, también tocarte. Y ahí sabré que somos inmortales, que el tiempo jamás existió.
Te veo mi sol, te veo mi reina, te veo princesa, te veo muñeca, te veo rayito de sol, te veo mi chiquita, mi pequeña hormiguita.
Acá, allá, vivos o muertos.

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—Vayamos al telo de 60 y 122. A mi depto, a rajar tu alma a la mitad. A quedarnos por siempre juntos. A morir en el intento.

Es de esas morochas de labios de Angelina Jolie, de esas que te tocan una vez en la vida. De esas desequilibradas mentales que necesitan verse linda y por eso salen con feos. La necesidad primitiva de sentirse superior. La ignorancia natural del feo es lo que las seduce. Esa ignorancia sin intención, la de saber que jamás se acostaran con él.

—Y vayamos, entonces

El desinterés es su peor enemigo. La ansiedad de que todo termine, de que todo suceda.

—Te voy a partir al medio de un conchazo

Perro que ladra no muerde. Ya me paso, a mí me paso, en primera persona, yo ladré y nunca pude morder.

—Mientras no te largues a llorar

Le advierto, sé que en cualquier momento se puede largar a llorar. De fondo en el maxiquiosco se escucha Kashmir, me siento Terminator o algo así. Caminamos lento por toda La Plata. Caminamos, por no correr. Aguantando las ganas de correr hasta la habitación.

—Sos pan comido.

Me dice y no sonríe, me dan ganas de romperle la cara. No digo una palabra.

—Escuchaste, que sos pan comido, nene.

La ignoro y veo como su parpado izquierdo titila. Se la ve inquieta.

—Cerrá el orto. Ya llegamos. Entra, dale.

La paraguaya balbucea algo, y le digo que sí, nos dice que vayamos a la habitación 47. Pasillo al fondo. Por favor, nada de gritos en el pasillo.
Entramos en la habitación, hay dos toallas, unos fierros, una silla, un par de esposas.

—Sentate –me gruñe.

Accedo a su pedido. Me siento, me cubre los ojos, es lo último que logro ver, un paño de seda roja. Suave, me hace sentir muy bien. Me ciega completamente. Es la oscuridad la que realmente me hace sentir bien. Escucho sus tacos, cuento mentalmente unos cinco pasos.
El ruido me hace cerrar los ojos, aunque estén tapados, el sonido estruendoso es más fuerte que el estallido de un cohete, un impacto me tira para atrás, caigo de la silla y quedo colgando de los fierros, las esposas están muy frías.
El sonido queda retumbando en mi cabeza de a poco va cediendo.

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Suicidas de cotillón
Pequeñas infantes con tetas descartables
Se cortan el brazo cada dos por tres (guácala)
Está tronando y vos siempre pensando en un ron, algo que te pegue
Fotografiándote desnuda, incitando al pajerismo.

Sos tan dulce, sensible e inocente, tan sola, tan tímida
que sos poco creíble, cuanta belleza, será de dios, queloreparió
las cien vidas y ese autor tan popular, esos ídolos tan trillados.
Oh, hermosa, quejándote de todo por culpa de mamá,
que seria de mí, si vos fueses inteligente, que seria de todos
si vos fueses simple, si vos no aparentaras esa frialdad, tan triste

Y esas ganas de gritar tu verdad, de contarles a todos tu pequeña vida
Tus más grandes secretos, que a nadie le interesan
Más que algún muchacho de estos que son también como vos
Que solo quieren un ron, y un buen polvo
Que te dicen sí al oído, que te abrazan mientras se desintegran
Ay, cuanto amor, cuanta pasión, ¿no?
Solo digo la verdad, aunque ya no me creas más.
Y sí, yo también te cogería, con asco, con bronca, como te gusta a vos.

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Al poco tiempo que mude el blog ¿Lo dije lo pensé? a tumblr, uno de los primeros post que realicé (el 4 de diciembre) fue el de recomendar el blog Aeropuerto de Emanuel Rodríguez. Ahora por una semana unas imágenes mías que le envié estarán "ilustrando" su blog.

¡Muchas Gracias Emanuel!

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