Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

El gordo entra agitado a la casa la mira a la jermu y con los ojos llorosos le dice, mira lo que le dice;

—Gorda, renuncié al trabajo. Vamos a vivir de lo que podamos, ya me canse, no puedo más.

La mujer de lejos, le dice bueno negrito, vamos a tomar unos matecitos, porque la mujer es muy estúpida, habla en diminutivo como todos los estúpidos.
Y ahí no termina, el gordo le dice:

—Vos sos pelotuda te vengo con una noticia bomba y me decís de tomar unos mates, si te digo que me voy a morir tiras fuegos artificiales.
—Bueno negrito, que le vamos hacer, ya vas a conseguir otro trabajo más digno, vos sabes que la cosa esta difícil, si al menos te hubieran echado agarrarías unos pesitos más, pero vas a ver que siempre que llovió paro. Veni al ladito mío, sentate acá en el silloncito y estira un poco las patitas.

El gordo, la mira a los ojos, contiene un océano de lágrimas, su frente transpirada brilla, se pone las manos a la cintura y le dice, sabes que yo te amo.
La negra se va alejando y balbucea unas palabras que solo ella escucha, el gordo algo percibe y pone su mejor cara de boludo.
Los dos se van para el comedor, prenden la tele, entre mates y besos el gordo está decidido a contarle toda la verdad:

—Amor, me da un poco de vergüenza decirte esto, aunque en realidad es pena, no, me das lástima, esa es la palabra. Lástima. Ahí te va, atájala, estoy con otra mujer.
—Ay mi gordito, siempre fuiste un pollerudo, ¿Y para que quiero saber yo que estás con otra mujer? ¿No es mejor contárselo a los muchachines del bar?
—Mi cielo, hace 2 años que salgo con Susana, tu media hermana.
—Imposible gordis, si la Susana está casada con Jorge. Sí serás mentiroso.
—Está bien, me descubriste, no te estoy engañando, ni me echaron del trabajo, al contrario, gorda, levanta el mate y prepárate para lo que te voy a contar: Me ascendieron. Ahora soy co-gerente en conjunto con Luis.
—Bien mi gordito, vos también sabes que te amo ¿No?

El gordo se acomoda en el sillón y se dispone a dormir su siesta rutinaria hasta la hora de la cena. Ella va a buscar la frazadita a la pieza y lo tapa suavemente, como si fuese un bebe, le da un beso en la nariz, camina hasta la cocina y por lo bajo vuelve a susurrar algo, esta vez logro escucharla.
Está llorando, la negra llora y susurra;

—Mitómano de mierda.

Tres veces seguidas.

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Aprendí a mirarte más allá de tu buen orto. Aprendí que podemos coger todo el día, pero después de eso es cuando nos quedamos realmente desnudos.
Comprendí que ni vos ni yo, tenemos la culpa de ser así. Que vos deseabas que yo pudiera abrir los ojos. Y ahora entiendo lo que decías de ser realmente seres humanos. De la especie que algún día lograría captar la esencia de las almas.
Que no era el porro lo que te hacia temblar y hablar con los ojos llorosos como una psicóloga-mística, o que quizás si lo era, pero lo hacías sin vergüenza. Y yo reía, sin entender la magnitud de tus palabras.
Aprendí que las calzas negras las usas porque realmente te gustan y te sentís cómoda, y que no lo haces para calentarme. Que la remera rosa combina perfectamente con tu pelo rubio y tus ojos verdes amarronados, o miel, nunca supe definir un color de ojos. Porque el negro nunca es negro y el marrón nunca es marrón. También me enseñaste eso, poder mirar a los ojos con sinceridad, sin que me importe cual era su color.
Me di cuenta que tus pies tienen forma de empanada, y que son absolutamente perfectos. Que tu sonrisa detiene corazones y contagia alegría. Que tu nariz es una cereza.
Me enseñaste a luchar por causas reales, a ser un militante de tu corazón. Entre otras cosas me mostraste una salida, la única salida que es de a dos. Que solo no se puede avanzar, porque no me puedo levantar.
Dijiste, que no todos los sueños terminan cuando se cumplen, que después hay que saber vivir con eso. Que la constancia y la perseverancia son estrategias para detener el tiempo.
Y que la vida no se pasa, si no sabes disfrutarla.

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