Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

De mis miedos, de mis contradicciones, de la experiencia, y de todas esas cosas que me convierten en un ser cauteloso, sabiendo que ya me encapriche con vos.
Yo que convierto cualquier conversación en silencio por callar los sentimientos, que me voy perdiendo en tus ojos, y no me queda otra comunicación más que la telepatía visual, el deseo de acercarme a vos es la barrera que me impide hacerlo.
Yo que todo pensamiento lo convierto en una película con final triste, acá me ves, escapando una vez más. Si tan solo pudiera convertirme en una mochila para que me lleves a todos lados. Para que me guíes con tu sabiduría de mujer. Con tu esencia de convertirte en huracán y arrasar con todo lo que te rodea, de romper la línea de horizonte, de viajar más allá del tiempo, de corromper todo silencio inoportuno.
Porque necesito una brújula al navegar, una madera a la cual aferrarme cuando me empiezo a hundir en este mar de miedos, e indecisiones.
Soy predecible cuando intento ser original, y mi torpeza anuncia un hasta luego cuando en realidad quisiera detener el tiempo.
Y es así, y siempre será así, por que nací así, tengo un talento que muchos quisieran, el de hacerme el boludo con total profesionalismo. Y no lo puedo cambiar, pero siempre busco esa oportunidad, será cuestión de hablar. Será cuestión de gritar.
Será cuestión de obviar cuando te veo coqueteando con él.
Y todavía, te voy buscando, quizás algún día nos encontremos, como la primera vez que te vi. Y yo no podía creer lo que me decías, quizás estabas drogada, o simplemente sos igual a mí, “La honestidad es la única política” y te fuiste, me dejaste con el vaso en la mano.
Me costó comprender eso, unas tres horas, y dos Fernet. Hablabas de la película que estaban proyectado.
Nunca más te volví a ver como antes de aquella noche. Ya no eras una más. Te convertiste en un ser especial.
Y extraño,
tu desorden mental,
tu camisa de jean, tu cintura
tus pies con zapatitos que nunca me sale el nombre.
Pero no importa, aunque si te vuelvo a ver podría reconocerte solo por tus zapatos.

Y créeme que esto es un problemón, cuando no sabes para que lado bailar.
Con mil abrazos y tres besos en tu frente, así me gustaría despertarte.
O ya nunca despertar.
Y yo solo quería decirte que te extrañaba.

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—Después de coger con él, cuando te acostas en la cama y mirás el techo pensas en mí.
—¿Y vos que mierda sabes, pelotudo, quién te pensas que sos?
—A todos nos pasa. Te pones agresiva porque sabes que tengo razón.
—No, porque decís cualquier pelotudes.
—Nos vemos, me tengo que ir a las 11 empieza House.

 La chicana siempre da resultados, al menos, se puede utilizar con ojitos celestes.
Ojitos celestes es así, es muy tierna, pero es de las mujeres que te pueden llegar a volver loco. A rebajarte a lo más profundo, a someterte a un pensamiento ajeno y creerlo tuyo.
Esa fue mi última charla, me destrozo. Pero escape escuchando música, un cobarde en stereo. Fue un escape un poco peligroso y complicado, desperté en otro lugar, no se cuanto hace que paso eso, pero lo recuerdo y me da bronca. Y me recomendaron que escriba.
Tampoco hay que echarle la culpa a ojitos celestes, no, acá no hay culpables, es cuestión de adquirir experiencia para enfrentarse a todo tipo de situaciones, ahhh ya basta de eso, es siempre la misma mierda y llegué a la conclusión de que el culpable de todo soy yo.
Creo que no me presente, aunque no interesa mi nombre ni a que me dedico, soy uno más del montón, y ojitos celestes es una más del montón, somos miles de millones de personas situados en lugares estratégicos para hacernos mierda. A cada ratito.
Pero no todo es tan así, hay recuperados que son felices, hay personas que están cuando todos se van, y esos, son los protectores. De esos hay que aferrarse, y ojitos celestes es uno de los protectores, que se está recuperando. Y entonces, son pequeñas pruebas que tiene que superar, ahhhhh basta, no es así tampoco, es todo una cagada, la vida no es un cómic, no existen los recuperados ni los protectores.

La esperanza la tienen los soñadores, a esos, ante ellos me saco el sombrero, porque no se involucran en nada, los soñadores, al igual que los ilusionistas que manejan las situaciones en una ilusión constante, en donde si llueve, ellos salén a correr, por que el agua que cae los limpia, es por eso que cuando llueve, uno ve gente correr (al menos yo acá veo a muchos correr), es porque ellos aman limpiarse, pero son malvados, por que son los que más mienten. Y creen que el agua lava todo, ahhhh basta, no hay soñadores hay pelotudos que no se la juegan por nada y que después se creen que la tienen clara, pero viven una realidad soñada, y los ilusionistas, ¡Qué ilusionistas!, si cagar a tu esposa o novia es creerse Houdini, están totalmente enfermos.
Y después vengo yo, una mezcla o la suma de todos ellos (casi escribo la suma de todos los males), y después viene ojitos celestes, una mezcla de mí y todos los pelotudos anteriores.
Somos todos yo y yo soy todos. Todas son ojitos celestes, y ojitos celestes, hoy por hoy, es mi todo.
Ahhhh es un grito, es el grito que sale cuando ya no das más.
Pero la noche no se acaba, y todavía quedan mil noches mas. Quien sabe, quizás esté ojitos celestes en el bar, o quizás, ya no este mas.
Todos tenemos miedo, pero lo sabemos llevar. Y cuando uno lo confiesa ahí lo pierde, porque el miedo, nunca se debe confesar.
Yo no le tengo miedo a nada, solo a la mentira.

 —¿Me dejas por House?
—No te dejo, porque nunca estuvimos unidos
—¿Y entonces por qué me insultaste?
—Yo no te insulte, simplemente repetí una frase de esa serie, y vos lo tomaste personal. ¿Cómo yo te diría algo así?
—Ah, esta bien, entonces perdóname.
—Todo bien

 Ella nunca vio House. Yo tampoco entiendo a House, por eso no lo miro. Pero en ese momento estaban pasando esa propaganda en el hall. Y aunque esa frase no es de ahí, tengo mucha creatividad para inventar cosas.
Como les venia contando, nosotros, los tímidos, los que estamos encerrados en nuestra religión, la cual es muy buena y muy mala como todas las religiones, es que se puede utilizar a la mentira para decir las cosas. A diferencia de los cagones, que mienten con el único fin que es para hacer daño.
Mi nombre es Matías, tengo 34 años. Soltero. Interno del borda, amante del Haloperidol, intento conquistar a una chica, y no sé como hacerlo.
No soy tímido, ni cagón. Ni todos los anteriores.
No sé si soy Matías, nunca estoy seguro de nada, la edad si es 34 por que es la edad de Cristo.
Todo esto venia a que quiero salir de acá, y llevarle flores al bar a ojitos celeste, y saben que es lo que más me duele y lo que más miedo me da, es que cuando salga de acá (por qué pienso escapar, y espero que me ayuden cuando este allá afuera) es a no poder encontrar a ojitos celestes por ningún lado, ni tampoco saber si ella tiene ojitos celestes, o eran ojitos verdes, o ojitos marrones, o ojitos color miel, o grises, o fucsia, entonces no tengan miedo si ven a un hombre con flores perdido por la ciudad, hablando solo, observando a toda mujer que pase a su lado, por que puedo ser yo buscando a ojitos celestes, ayúdenme, no me dejen solo, que todos necesitamos de alguien que nos ayude, o al menos que nos escojan como compañeros en una aventura tan complicada como es el amor, yo quisiera aferrarme a su pelo, y volar, volar... ahhh basta, ya no aguanto más. Estoy cansado, pero realmente muy cansado. Debe ser el Haloperidol o el lorazepam, o las benzodiazepinas. O todo junto.

Quisiera cerrar los ojos… un momen… que quizá… la vuelva a… ver.

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Antes de irme, quisiera decirte algunas cosas, porque todos siempre nos estamos yendo, nos embarcamos en una búsqueda frenética por encontrar algo que no sabemos bien que es, quizás, no sea este día, pero quiero que sepas las razones de mi huida, o de mi futura huida. Es algo que escribí la otra noche, mientras vos dormías. Como una especie de reglas invisibles que me impongo, y que respeto con todas las mujeres. Es cuestión de no hacerte llorar. Quizás no me entiendas, pero hay tiempo de sobra. No creas que me estoy alejando de vos. No, no es eso. Es respeto. Y es amor, del más puro.

Estar triste de ser lo que uno dice, de ser lo que uno hace.
Estar triste, de los errores que ayer fueron decisiones.
Ocultando lágrimas, borrando la foto perfecta.
Estar triste de los ojos para adentro.
Estar triste al sonreír. Estar triste cuando no se domina la mente.
Cuando el corazón te pide un poco más.
Estar triste de no temerle a nada, ni siquiera a la tristeza ajena. No se puede vivir sin miedo, porque el miedo nos acerca un poco más.
Ser feliz al verte llegar, ser feliz al cumplir lo que uno escribe.
Ser feliz, de los aciertos, de la madrugada que nunca llega.
Del calor, que nos arropa cuando el frío es del alma.
Ser feliz, de cuidar lo que uno quiere, y tener lo que uno desea.
Ser feliz, cuando te dan una mano para levantarte. Un cacho de aire.
Del sentirse único al estar con vos y que vos no lo sepas. Lo presientas.
Ser feliz haciendo feliz a otra persona, sin cortarnos, sin dañar a nadie.
Ser feliz al escapar de las sombras que rodean la habitación.
Ser feliz cuando se pautan reglas invisibles que nos ordenan. No se puede vivir en libertad amor, eso ya lo aprendí.
Hay más razones para ser feliz, pero siempre, pesan mucho más las tristezas.
Y no hay balanza en la vida cuando hacemos todo mal. Aunque no sepamos muy bien, que esta mal y que esta bien.

Llámame cuando estés cerca de nuevo. Un beso.

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