Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

“Don Aguirre” ya era toda una leyenda en mi pueblo. Tenia leyendas de por que él actuaba así, de por que él estaba ahí, del accidente en la ruta en donde supuestamente había fallecido toda la familia y mas de cincuenta motivos más del por que enloqueció. Algunos decían que era doctor y otros simplemente decían boludeces.

Era buenísimo Don Aguirre, desde que nací que lo conozco, aunque solo una vez hablé con él. Cuando salía a la plaza mi mamá me decía “No te alejes de Don Aguirre, mira que le dije que te cuide” mentira, que le va a decir, Don Aguirre siempre estaba en el mismo lugar, en el banco de la plaza central. Siempre, desde que tengo memoria que se sentaba ahí, le decían el “Viejo del banco”, mi papá a veces hacia chistes en cenas familiares hacia chiste, que sinceramente a mi mucha gracia no me causaban.

Mi forma de saludarlo cuando ya me estaba por ir de la plaza era gritarle “Chau viejo del banco” y el me respondía con tranquilidad, “Chau Santiago, pórtate bien, no hagas renegar a mamá”.

Él tiempo paso y crecimos los dos, Don Aguirre y yo. Pero a él no se le notaba mucho, ya era grande, vestía un saquito, camisa, pantalón de vestir gris y unos zapatitos que le habrán durado toda su vejez, por que estaban siempre impecables.

Él estaba con su pan bajo el brazo para alimentar a las palomas, las únicas espectadoras de su silbatina. Silbaba un tango de “El Polaco”, me di cuenta hace poco que ese tango es el que él silbaba todas las tardes, cuando sonó en la Spica , me parecía tan conocido ese tango, que comencé a silbarlo. En ese instante se me vino el recuerdo del viejo Aguirre. ¿Qué seria de la vida de él?, ¿Estaría todavía en el mismo banco?. Y con esas dos preguntas me acosté a dormir la siesta, cuando me desperté me fui para “Esperanza y Desilusión” así se llamaba la plaza.

Y sí, como era de esperar, Don Aguirre estaba ahí, desmigando el pan para darle la merienda a las palomas. Esta vez no me conforme con mirarlo, me acerque y le pregunte si me podía sentar junto a él. 

—Don Aguirre, ¿me puedo sentar en el banco? –Ya estaba grande para decirle “Viejo del banco”.

—Claro que si Santiago, el banco no es mío –Respondió, se acuerda de mi nombre, que increíble. —¿Y cuénteme que le anda pasando?

–Me pregunto, y sinceramente tenia tantos problemas que no era justo que se los cuente a él. Venia de una pelea con mi novia, que me parece que fue la ultima pelea.

—Nada Don Aguirre, sabe por que vine para acá, por que escuche una canción del Polaco, y no me pregunte por qué, pero quería saber si esa canción es la que usted silba desde hace años.

–Termine de hablar y pensé en lo que dije, soy un huevón. —Ja, eso lo trajo hasta acá, sí Santiago, es una canción del Polaco, ¿Le gusta el tango? –Me dijo.

—No, sinceramente no, pero esa canción me hizo recordarlo –conteste.

—Pero que bueno, sabes Santiago, lo único que nos mantiene vivos son los recuerdos, y se van borrando con el tiempo. Es una gran macana.

–Y empezó a palparse el bolsillo del pantalón; —¡Que lo parió!, No tengo un tabaco, ¿Vos fumas Santiago? –me pregunto,

—Sí, tome Don Aguirre, agarre dos, guarde uno para cuando me vaya –Le ofrecí dos cigarrillos, y solo agarro uno.

—Dos, Aguirre, agarre dos, que no hay problemas, no me desprecie, por favor.

—No, Santiago, con uno es suficiente, mira el cielo, se viene una tormenta muy grande, no me quedare mucho tiempo más acá.

—Don Aguirre... –titubeo mi voz— Le puedo hacer una pregunta.

—Sí, dígame, ¿Qué es lo que quiere saber? –me respondió.

—¿A que viene a la plaza todas las tardes? ¿Qué es lo que hace acá? Yo me acuerdo que desde que era chico, usted estaba siempre acá. Pero ahora el tiempo paso, y usted sigue acá, ¿Qué es lo que hay acá?

–Muchas preguntas, pero tenia tantas dudas que no aguantaba más.

—Sí, hace mucho que estoy acá aunque ahora estoy un poco mas viejo –y sonrió— Es largo Santiago, sinceramente ya a esta altura vengo por que vengo, pero antes tenia un por que, en este banco conocí a mi mujer, y bueno me recuerda mucho este lugar a ella. Ella ya no esta más conmigo, me abandono la noche del 12 de Diciembre, sin decirme nada, solo se fue. No la vi nunca más. Tal vez algún día vuelva, solo me quedaron recuerdos, no sé nada de ella, pero no por eso voy a dejar de soñar en su regreso y que mejor lugar que este para que me encuentre, si acá nos conocimos. Acá la ame, acá la bese, para mi este lugar no es solo una plaza, para mi este lugar es como mi casa. –Me respondió y se me hizo un nudo en la garganta que no pude hablar, mi estomago se retorció de tal forma que me hizo inclinar un poco para abajo, hablaba con una nostalgia, con una voz cancina, como que no quería hablar más.

—Que increíble, y pensar que yo hoy discutí con mi mujer, y creo que nos separamos para siempre. –Me sincere. Ya no aguantaba más, lo tenia que contar. Tal vez él no era la persona indicada pero mis amigos no sirven para esto, ellos son Fútbol, Simpson y Coger.

—Santiago, usted tiene que comprender que las mujeres tienen otra forma de amar. –Me respondió.

—¿Cómo es eso? ¿Acaso ellas no aman con la misma intensidad que nosotros? –La charla estaba tomando un vuelco increíble.

—Claro que si, nadie vive sin amor; ellas aman con la misma intensidad pero de otra forma. A ver si me explico, muchas mujeres no dicen lo que realmente sienten, me explico, ellas aman por dentro, pero les cuesta decirlo, al igual que nosotros, pero somos diferentes por que el hombre espera hasta el ultimo momento para decir lo que realmente siente. En cambio ellas pueden vivir sin decirlo. Y por ahí nosotros al decirle que la amamos, que no aguantamos más, jodemos la relación, por que ellas pierden el entusiasmo y se desilusionan fácilmente. A las mujeres muchas veces hay que amarlas en silencio, como lo hacen ellas.

—Don Aguirre, así jamás podré tener una relación seria, si no le digo lo que siento, como se va a dar cuenta que la amo realmente. –Le dije.

—Santiago, las mujeres no son tontas, ellas se dan cuenta cuando un hombre realmente esta interesado en ella, pero cuando el hombre le dice con su propia voz que la ama, ahí es cuando ellas comienzan a fabricar un caparazón en el que nadie pueda entrar, se cierran y jamás vuelven a ser la misma que fueron cuando vos la conociste, o me vas a decir que tu mujer no esta cambiada –Hice una pausa como para entender todo lo que me estaba contando y reaccione al minuto.

—Sí, eso es verdad, pero pienso que yo también estoy cambiado, todos cambiamos. –Respondí.

—Todos no, hay personas que no cambian –Me dijo eso y cerro todo el dialogo con una simple frase;

—Pensá en el tormentón que se te viene –comenzó a silbar, se paro, y emprendió el viaje a su casa.

—Don Aguirre, espere, sigamos hablando –le grite, a lo que él se dio vuelta y me dijo;

—Santiago, siempre que llovió, paró. 



Texto escrito originalmente en el viejo blog el 11 de Febrero de 2008. 

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