Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Y al final, sucedió, se estaban viendo las caras, se estaban mirando, ingenuos, tímidos, nerviosos. Él sentía como que algo se rompía, y ella simplemente reparaba todo, como una autopista se construye con trabajo de hormiga, así ellos comenzaban a unirse.
Creo que por un momento fueron la envidia de todo San Telmo o quizás la nostalgia personificada, ambos se reían, caminaban y se deleitaban como metidos en un film francés.
Entre porros y cervezas ya en su habitación, descubrían la felicidad que tanto tiempo se ausentó. Entre mareos, cosquillas en el corazón, tropiezos y silencios disfrutaron cada segundo, cada suspiro. Él rogaba que ella nunca lo despertara de ese sueño, y ella naturalmente se recogía el pelo. Marcando con su dedo índice puntos imaginarios en su cuello, como invitándolo al delirio de la noche que recién estaba por comenzar.

Apurado, torpe, con toda la inseguridad se acerco a ella, suavemente comenzó a tocarle el cuello, la rodeo como un depredador rodea a su victima y beso su espalda, empezó a besar cada vértebra, cerro sus ojos y se dejo guiar, se dejo llevar a su cintura.
Sumergido en su cintura, pensó que el mundo terminaba ahí, pero ella le mostró lo contrario, le mostró que el mundo realmente comenzaba ahí.
Caídos al fondo de la locura espontánea, buscando oxigeno, suspirando gritos, callando silencios, escuchando, sintiendo la respiración, ella no hacia más que volverlo loco, siempre un poco más loco.

—Soy tan predecible —dijo él acostado en su pecho.
—¿Por qué decís eso? —pregunto ella.
—Es que se me nota mucho que realmente te quiero. No dejo ni un margen de sospecha, nada, así te vas a ir con el primero que pase.
—Si todos los hombres fuesen como vos, yo no estaría acá. Ni vos acá.
—Te quiero.
—Y yo. —Respondió ella, mientras se recogía el pelo y desaparecía.

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Yo no sé quien fue el hijo de puta que los creo, pero si hay algo que me emputece la vida son los celulares. No sé si yo soy pelotudo o el tecladito es muy chiquito pero me es imposible poner un simple “Hola” sin apretar dos teclitas al mismo tiempo.
Ni hablar si esta activado el diccionario, que la verdad, prefiero hacerme flogger a escribir con eso. ¿Será por eso que hay tantos floggers?.
Jamás pude hacerme amigo de algún aparato de esos, y le puse empeño y ganas, no es que me quejo de quejón, no, yo perdí horas sentado en frente del aparato mirándolo, diciendo para adentro “¿Qué tengo que hacer con vos?”, es más, hay noches en las que me despertaba exaltado, traspirado, y me encontraba solo en la habitación diciendo “¡Dios, yo solo quiero escribir como lo hacen los humanos!”.
La vida te da señales cuando no sos compatible con algunas cosas, por ejemplo, hubo un tiempo en que me olvidaba el celular en la casa de algún amigo, y recién lo iba a buscar a la semana siguiente.

También –como olvidarlo, cuando se trata de guita– más de una vez se me venció el crédito por que se quedaba sin carga y al no sonar no me daba cuenta que estaba sin batería, es decir que en algunos momentos sufrí un síntoma de padre primerizo y lo abrí para ver por que no funcionaba y no reaccionaba para nada, estaba muertito–muertito.
Y le ponía el cargador y ahí recién prendía –por que si hay algo que soy, es ser muy inteligente– no les voy mentir pero cuando encendió sentí una leve satisfacción de saber que no me cagaron, al ver que se iluminaba y hacia ruiditos. Pero cuando escribía un mensaje, para que, empezaba la pesadilla de errores y errores. Siempre esta el consejo pelotudo y obvio, el clásico “por ahí no tenés crédito” me fijaba y mentía, señores, tuve que mentir y fingir “me dice que tengo 3 pesos” cuando en realidad, no tenia saldo, es una mentira totalmente ridícula pero estaba obligado, por que viste como es la gente, la gente es mala y después andan diciendo cualquier disparate de uno.
Hablando de la gente, lo que más me jode de los celulares es la adicción que provoca en la gente, ni hablar de los que lamentablente dependen de ellos para trabajar, más triste, por que es triste ver a una persona con un celular las 24hs del día, a mí eso me da pena.
Como también me rompe muchísimo las pelotas, cuando suenan los ringtones, a ver si alguien me puede explicar por que en un micro/subte/calle/etc, yo, un simple transeúnte tiene que soportar el ringtone de los demás. Y no entiendo, por que realmente no entiendo como la gente puede atender un celular con un ringtone de reggaeton y no sentirse un pelotudo. Y saben, por que la gente se da cuenta cuando digo “la puta madre...” por lo bajo cuando suena un celular, pero lo disimulan, aguantan el aire, ponen cara de boludos y atienden, en mis narices atienden y vos ves como se empiezan achicar, se van escondiendo, algunos se llegan a tapar.
La gente que me cae simpática es la que se pone los auriculares, a esos habría que hacerles un monumento, es más tendría que ser obligatorio el uso de auriculares y que el ringtone suene ahí.
Que hablen no me jode por que ya me acostumbre al murmullo constante, al escuchar muchas voces diferentes diciendo absolutamente nada.
Lo peor, sabés que es lo peor, cuando vos le decís que no tenes celular y te responden “¿De enserio no tenés celular?”, ¿Y vos tenés paracaídas? boludo, no me jodas.
Igualmente, es necesario, tampoco soy idiota, sé que el celular es un mal necesario. Más de uno se salvó gracias a esos bichos y más de uno se murió también, pero no quiero ponerme dramático, demasiado quilombos ya tenemos como para sumar uno más.
Ni hablar, pero ni toquemos el tema de lo que facturan los hijos de puta de las compañías.
El martes me puse a pensar, que yo no quiero llegar a viejo y tener que usar si o si celular para sobrevivir y no poder usarlo por mi invalidez mental. Entonces se me ocurrió la idea de probar, probar una vez más.
Yo no cumplo contratos ni voy a prometer que lo usaré mucho tiempo. Es más lo primero que le dije a la mina que me atendió, que por cierto tenia buenas tetas, fue:

—Pónele que yo no quiera usarlo más, ¿lo apago y listo? —pregunté
—Sí señor, pero tiene que ponerlo a cargar, recuerde eso. Usted al celular lo puede apagar y encender todas las veces que quiera...
—Primero, no me digas señor, y yo sé como operan ustedes, sé que ahora este papel que firmo me condena a usar sus servicios por una X cantidad de tiempo. Yo eso lo sé señorita, y apropósito, discúlpeme ¿Su nombre?.
—Romina —respondió la morocha. Petiza, vestida toda de azul, bastante putita parecía.
—Romina, ¿legajo? —pregunté
—133.214 —respondió. Linda cola.
—¿Sector?
—Vendedor —Muy linda sonrisa.
—Gracias Romina, ¿Usted me da su palabra de que si yo no quiero usar más el celular, ni la línea ni nada, solo tengo que apagarlo, guardarlo en el cajón y eso no me va a traer ningún problema?
—Mire, este contrato es por un año... —Una voz hermosa.
—Lo sabía, buitres, eso son, chacales, se cagan en la buena fé de las personas...
—Espere señor, digo, joven, espere, no se exalte, déjeme terminar de hablar. Es por un año pero si usted en un lapso de tres meses no le acredita ninguna tarjeta, la línea caduca, por ende, dejaría de usar el celular. Pero no lo tire, por que lo puede re-activar cuando usted quiera. —Muy educada y respetuosa.
—Ves, todos dicen que ustedes son unos estafadores, pero en realidad yo sé que detrás del logo de su compañía en el fondo, hay un ser humano, un ser humano tan simpático y hermoso como vos, me caes bien. ¿Querés inaugurar mi agenda?.
—No puedo pasarle mi celular... —Difícil.
—¿No podés o no querés?
—Las dos cosas —Imposible.
—Perfecto, déme una tarjeta de 25$
—Ya tiene crédito, no hace falta cargar... —Totalmente inoperante.
—A ver... si sos vendedora hace el favor de darme una tarjeta.
—Tome —Fácil de engañar.
—Muchas gracias
—Gracias a usted, que tenga buen día. —Definitivamente, no es mi tipo.

Y así fue como obtuve mi quinto o sexto celular. Y espero que dure, no quisiera venderlo como hice con los demás. Y más vale, que el futuro sean estos aparatos, que sin duda lo serán al paso que vamos.

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Mi nombre es Marcos, tengo 29 años, soy oficinista y vivo en España hace seis meses, todavía no me adapto y los españoles no me caen nada bien. Intento caerles bien, pero no puedo, soy la única persona a la cual el mundo jamás se adaptara.
Tengo un amigo, Thiago, un amigo que tiene la capacidad de desaparecer cuando necesito contarle algo importante.
Y por si fuera poco, sufro de un insomnio terrorífico. Hoy descubrí algo muy importante, el porqué de mi soledad.

Son 04:36 estoy llamando al celular de Thiago para contarle, cuando lo escuche se va emocionar hasta las lágrimas. Es una persona muy particular.

—Hola —me recibe una voz dormida, ¡Ni sabe quien soy!
—¡Thiago! ¡Soy Marcos! —le digo con énfasis para que se avive rápido.
—Ya sé Marcos, ¿qué pasó? —tajante y directo.
—No sabes, ¡Descubrí el porqué de mi soledad!
—No te puedo creer —soltó él, seguro esta emocionadísimo.
—Yo tampoco lo puedo creer, por eso te llame —le dije.
—¡No!, no te puedo creer que me llames a las cinco menos veinte para decirme que descubriste el porqué de tu soledad —se escuchó un ruido, y sin pensarlo, me cortó.

Él sabe que si a la noche no puedo dormir, me pongo a pensar, pero él dice que pienso muchas boludeces aun cuando estoy durmiendo.
Apreté redial lo más rápido que pude y ahí estaba él, atento a mi llamado.

—Marcos —dijo esta vez con la voz un poco más despierta.
—¿Querés que te cuente? —le pregunte, tampoco voy a ser tan molesto.
—No —me volvió a cortar.

Por ahí tiene un poco de razón, pero es mi amigo. Siempre dijimos; los amigos están en las buenas y en las buenas. Como debe ser.
Esta vez me fui hasta el garage. Redial de nuevo, y atendió.

—Espera Thiago, no seas así, que decimos, los amigos están en las buenas...
—Y en las buenas, pero son casi las cinco de la mañana Marcos —Interrumpió— los amigos a las cinco de la mañana duermen. Déjame dormir.

Gire la llave, encendí el auto y le dije;

—¿Escuchas eso?, no me obligues a sacar el auto e ir hasta tu casa.
—Mirá, te la voy hacer corta, sinceramente me importa un carajo el porqué de tu soledad, ahora me importa dormir. Y nada más que dormir. ¿Me entendes?. Por qué carajo no me contás mañana en la oficina, y ahora apago este celular de mierda. Llámame al teléfono de Línea y te juro que mañana te cago a trompadas.
—Ok, Thiago, total a mí que me pise un tren. Mañana puedo estar muerto y te vas arrepentir toda tu vida de ser así conmigo.
—Sí, sí, vos siempre te morís, dejame de romper las pelotas.
—Ok, Ojala me muera mañana —y le corte, me saco, tampoco la pavada.

La oficina

En la oficina nos hacemos pasar por españoles, es como para hacer más llevadero el día, aunque también nos ayuda a que no nos miren como bichos raros. Creo que nos estamos volviendo loco, de a poco, extrañar demasiado a la gente querida te vuelve loco, cuando uno extraña de verdad, hace cualquier cosa con tal de sentirse un poco contenido.

—Thiago, pues coño, pensé que te habías dormido —le dije engrosando la voz.
—Joer tío, que me telefoneas al móvil a las cuatro cuarenta, cuando tú sabes que en ese horario duermo. —me dijo como enfadado. Un español enfadado, sinceramente me causa gracia.
—Pues Thiago, tampoco armes tanto lío, joer, no te voy a telefonear más y punto.
—Vale, lo que pasa Marcos, es que cuando oigo al móvil sonar en la madrugada pienso que en Argentina está pasando algo malo. Solo por eso me enfado, no molesta que telefonees. —me dijo eso, lo pensé un instante y tenia razón.
—Pues que te den por culo, lo mío era algo de la ostia —Dije eso y se quedo mirándome, como asombrado.
—¿Qué te den por culo? —preguntó Thiago.
—Sí, lo vi en una porno, ayer. Esa es nueva, creo que es como un insulto —Respondí.
—Vos sos pelotudo jornada completa ¿No? —me dijo
—Nos vemos en el almuerzo cabrón —le dije, sabiendo que el cabrón estaba de más.
—Cabrón no se usa. Decí “pues coño” o “joer” —Me respondió.

El almuerzo

—La culpa es tuya Thiago, yo te llame a esa hora para contarte y vos me dijiste que no, ¡hasta dijiste que me muera! —se lo dije con un único fin, hacerlo sentir culpable.
—Marcos, vos no me entendés me parece, estaba dormido, disculpa, no sé ni que te habré respondido —se excusó— Claro, una nueva ahora “estaba dormido”.
—Vos no sos de esos amigos que están en las buenas, creo que tendría que haber traído a Jorgito. Él si es de fierro —acoté.
—Jorgito ya hubiera desvalijado la empresa con la confianza que nos dan estos españoles. Mira desde ayer a las cinco de la mañana que me venís diciendo que descubriste algo súper importante, podes contarme de una vez que carajo es eso. —dijo Thiago.
—¿Sabes qué? Ahora por vivo no te cuento nada —me encanta hacerme rogar.
—Dale Marcos, por el amor de dios, cóntame, sé que me vas a volver a llamar mañana a las cinco de vuelta. Contámelo ahora.
—Ok, Resulta que ayer, no me podía dormir, leí un libro, hice zapping, leí los correo, respondí, cene por segunda vez, me masturbe y hasta me bañe. Y nada, el sueño no venia entonces dando vueltas en la cama me puse a pensar y me pregunte ¿Qué pasa Marquitos que estas solo?, se me vinieron muchas respuestas, una de esas fue que.... —Y sonó el móvil de Thiago.
—Marcos, escúchame, tengo que ir para la oficina del Jefe, creo que nos rajan a los dos —Me dijo eso y salió corriendo.
—¡Corre boludo!, no me escuchaste —me gritó.
—¿Pero que carajo paso? —le pregunté en plena corrida, totalmente agitado.
—¿Hiciste eso de los pasajes? —me preguntó.
—Sí, están en casa sin fecha —le conteste, ya estábamos a punto de salir del edificio.
—Bueno, agarra el auto y espérame en tu casa con los pasajes, busca toda la ropa, todo lo que puedas. Y no te olvides del maletín. Escuchaste, no te olvides el maletín.
—Ok, nos vemos en casa. ¿Qué carajo paso? —le pregunté por segunda vez, mientras arrancaba el auto.
—Se dieron cuenta que no depositamos la guita o nos vamos con la guita o nos meten en cana y de acá no salimos nunca más —me respondió, mientras subía a su auto.
—Uh, que cagada, bueno métele pata. ¿A dónde carajo vas?
—A saludar a María, pobre, ella no tiene la culpa —Me dijo eso y arranco como en la película rápido y furioso. A los pedos, ni lo vi doblar la esquina.

El encuentro

—¿Se puede saber donde estás hijo de mil puta? —me gritó
—Thiago, los amigos están en las buenas...y en las buenas... —Aprete en finalizar la llamada, apagué y tiré el celular al tacho de basura.
—Señor, me permite su pasaje. —Escuche una voz tan cálida que dibujo una sonrisa enorme en mi cara.
—Sí, aquí esta, tome señorita —le dije a la mujer de la falda azul.
—Muchas Gracias, que tenga buen viaje —respondió.
—No hay porque —Y comencé a caminar hacia el avión antes de irme gire y le dije a la muchacha.
—Sabe algo señorita, hoy descubrí... no, nada, discúlpeme...

Creo que no hace falta que le cuente a Thiago el porqué de mi soledad. Si me hubiera escuchado, a veces uno quiere ser bueno, pero no lo dejan.

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—¿Sabes la historia del hotel donde estamos parando? —le preguntó el padre a su hijo.
—No, ¿me la contas? —respondió el niño de tan solo 10 añitos.

Estaban sentados en el hall del edificio, haciendo tiempo vaya uno a saber por que. El nene estaba agarrado de su mano, y el padre se sentó frente a el, mirándolo a los ojos mientras le contaba la historia. Observar a ese nene escuchando ese relato era increíble, estaba como fascinado, lo miraba y se sorprendía a cada instante, era buen cuentista ese hombre. No paraba de gesticular, movía las manos, cambiaba la voz, un padre poco usual, se podía ver a leguas que amaba a su hijo.

—A este edificio lo construyó el abuelo, por eso todos los años venimos acá. El abuelo el día que inauguró el hotel, en medio de la ceremonia, me llevo a la terraza. Yo tendría aproximadamente 10 años –el nene, abrió grande sus ojos y suspiro —Como yo —Claro —Continuó el padre —Como vos, el me comento que el mejor horario para ver las estrellas en la costa, en esta misma terraza es a las 11 de la noche, esta noche te contaré lo que el abuelo me contó. Las verdades que contienen las estrellas. Subiremos a la terraza a las 11 de la noche y te contare unos secretos que no podes contárselos a nadie más que a tu futuro hijo. Es algo asombroso, sin dudas te va a encantar. —Dijo el padre.

De pronto entro una mujer Rubia, era la mamá.

—Mamá, papá me va a llevar a la terraza a las 11 de la noche, por que dice que las estrellas hablan —dijo el nene entusiasmado.

La madre le guiño el ojo al padre, y con total complicidad, respondió;

—El gran secreto del abuelo, tu papá me contó que su padre le contó unos secretos, unas verdades que dicen las estrellas, es verdad hijo. —respondió la madre.
—¿Entonces vos sabes el secreto? —Pregunto el nene.
—No, yo sé que el abuelo se lo contó a tu padre, por algo es un secreto, tu papá jamás me lo contó. No se que le dijo el padre de él esa noche. —Sonrió y le dio un beso al padre del nene.
—Ah, es verdad, los secretos no se cuentan. —dijo el nene y corrió hacia el ascensor.
—Así es Adrián, los secretos, son secretos —dijo el padre.

Caminando para el ascensor, la madre abrazo al padre y ambos se miraron, creo que percibí los latidos de sus corazones, agitados, con golpes fuertes, enormes en felicidad.

—Estoy orgullosa de vos —le dijo la madre al padre.
—Te amo, y gracias por ser la madre mas hermosa que existe sobre la faz de la tierra. Sos mi estrella. —Respondió el padre.
—Adrián, deja de apretar el botón, que lo vas a romper, ya esta, ya lo llamaste —dijo la madre, mientras el nene no dejaba de apretar el botón.
—Tarda, ma, quiero ir a la terraza —rezongó el nene.
—No, Adrián, primero tenemos que cenar, es temprano, a las 11 de la noche yo te prometo que te llevo. —respondió el padre.
—Bueno, pero... —volvió a protestar el pequeño.
—Pero nada, Adri, dale subí que ya vino el ascensor.

Esa noche, habrá sido la comida más rápida que comió en su vida. Sus padres no paraban de decirle que mastique y que no trague el pedazo completo, el nene comía rápido, no le importaba el pedazo, y mucho menos masticar.

—Adrián, fíjate en el reloj, decime la hora. —pregunto el padre, sabiendo que ya eran las 11 de la noche.
—¡¡Las onceeeeeeeeee!! —grito el nene del comedor.
—Bueno, mi amor, nosotros subimos a la terraza, volvemos en un ratito. —dijo el padre.
—¿Qué, mamá no viene? —pregunto el nene.
—No, mami se queda, por que esta charla es de hombre a hombre —respondió el padre, sabiendo que eso lo haría sentir mejor.
—Bueno, má, ya vuelvo, voy con papi. —dijo el nene, agarrado de la mano de su padre, listo para el desafio.
—Bueno vayan, cuando vuelvan hay sorpresa de postre. —dijo la madre mostrando su hermosa sonrisa, también estaba contenta.

En el pasillo que conduce al ascensor, el nene no dejaba de preguntar, que le anticipe algo. Subieron al ascensor y nuevamente el nene no cesaba de preguntar.

—Bueno, llegamos —murmuro el padre.
—¡Siiii! —dijo el nene, jamás había subido a la terraza, ni sabía que era.
—Para, papá —dijo el nene —¿Qué es una terraza? —preguntó.
—Una terraza, es el ultimo piso del edificio, de este lugar se pueden ver las estrellas mas cerca, pero esta terraza no es igual a todas, es mágica.

Vamos, veni, dame la mano, acostémonos en el piso. Y ambos sin soltarse las manos se acostaron boca arriba en el piso.

—Ves esa estrella —Y el padre señalo al tumulto de estrellas.
—Sí, pa, hay un montón de estrellas.
—No, esa, la amarilla, que titila, ves que esta titilando, que parece que prende y apaga —explico el padre, sabiendo que la gran mayoría de estrellas, titilan, parece que fuesen apagarse, pero no es así, solo es una ilusión óptica.
—Sí, ahí la vi, ¿Qué tiene? —Pregunto el nene apresurado.
—Bueno esa me esta hablando en este momento —dijo el padre.
—Ah, ¿Por qué a mi no me hablan? —dijo el nene con los ojos llenos de lagrimas.
—Por que vos tenes que ser papá, a tu hijo le vas a poder contar lo que dicen las estrellas. —balbuceo el padre, acariciando su hombro.
—Ah, entonces falta mucho para que me hablen, esto es re trucho —dijo el nene enfadado.
—Pero... —hizo una pausa— no, no, seguro no te interesa, bajemos a comer el postre. —dijo el padre, sabiendo que el nene preguntaría.
—¿Pero que, pa? —pregunto el nene.
—Yo te puedo decir lo que me esta diciendo la estrella. Como lo hizo el abuelo conmigo, y vos tenes que guardar el secreto. Y cuando seas papá se lo dirás a tu hijo. —dijo el padre consintiendo al hijo.
—Bueno, dale, contame, contame —dijo el nene nuevamente entusiasmado.
—Esa estrella, me dice que vos nunca tenes que fumar, jamás tenes que tocar un cigarrillo —el padre dijo eso y el nene se quedo mirándolo.
—¿Entendiste? —pregunto el padre.
—Si, que no tengo que fumar. —respondió el hijo.
—Bien, bueno ves aquella —y señalo una azul clarita —Esa me dice que vos nunca tenes que emborracharte hasta quedar tirado en la calle. Vas a poder tomar Cervezas, Vinos y esas cosas que toma papá, cuando seas mas grande. Cuando empieces a tomar con tus amigos, jamás tenes que emborracharte. Tenes que tomar con moderación.
—¿Entendiste? —pregunto el padre, tratando de ser lo más claro posible.
—Sí, que no tengo que ser borracho.
—Muy bien, bueno ahora mira allá, esa que esta sola, ¿la ves? —pregunto el padre, mientras señalaba una estrella color blanca, apartada de todas.
—Si, esa que esta solita ahí. —dijo el nene.
—Claro, ¡Que buena vista campeón!, bueno, esa estrella es la más sincera de todas. Esa me dice la verdad absoluta, dice que algún día la vas a conocer...
—¿A quien, a la estrella, pa? —curioseo el nene.
—Sí, a la estrella. —dijo el padre.
—Pa, pero si esta re lejos, ¿Cómo la voy a conocer?, ¿Qué va a bajar en forma de estrella?, ¿Cómo son las estrellas, pa?, ¿Cómo la voy a reconocer, hablan papi?, ¿Son buenas?, ¿Por qué están tan lejos? —el nene era una maquina de crear preguntas, que el padre con total naturalidad siempre obtenía respuestas.
—Sí hijo, son buenas, están lejos por que ellas tienen que hablar con otros padres, así sus hijos aprenden estos secretos que yo te conté hoy.
Esta estrella es diferente, esa no es una estrella, aunque así lo parezca, en la vida, hay muchas cosas que parecen ser algo que en realidad no lo son.
Cuando seas mas grande, como papá, descubrirás a tu estrella. Ella es la que bajara y en algún momento de tu vida la encontraras. No me dijo cuando, ni en donde te va a esperar. Pero no será en forma de estrella. Sino en forma de mujer. Conocerás muchas mujeres cuando seas mas grande, pero solo una será tu estrella, te vas a dar cuenta solito. Sin ayuda de nadie.
—Y ahora vamos, que mamá nos esta esperando. —Dijo el padre, mientras se ponía de pie. El nene en el suelo, pregunto su ultima duda.
—¿Pa, tu estrella es mamá? —Termino de decir eso y el padre, comprendió que su hijo había entendidó y esa satisfacción, hizo que derramara una lágrima.
—Sí, mi estrella es tu mamá.
Una brisa despeino a los dos y ambos volvieron hacia la puerta que separa, la magia, el amor y la fantasía de un padre que volvió a ser niño, con su hijo.

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