Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Parte 1
La llegada

Me subí al remis, y ahí nomás me ataco.

—¿Ves la venda negra que está a tu lado? Si no te vendas los ojos, no puedo llevarte a destino. El cliente que envió este remis, puso esa condición. A mí ya me pagó.
—No hay problemas. —respondí sin objetar resistencia alguna.

Me vende los ojos, y el remisero de grotesca cabellera y bigotes sospechosos dijo;
—Sí necesitas algo, grita.
—Perfecto, si necesito algo gritar...

No termine de hablar, que salté del asiento, comenzó a sonar Slipknot a todo volumen, nunca antes había viajado así.
Te recorre una adrenalina increíble, uno no sabe a donde va, uno no escucha nada, solo ruidos de hombres a los gritos, por momentos, sentís miedo.
El oficio de ser periodista de los personajes más buscados de Argentina es complicado. Más de una vez me despido de mi familia, porque quizás no vuelva. Pero es mi trabajo, ¿Acaso el gordo Pocho cuando sale uniformado siente miedo? Ni en pedo.

Según mi reloj mental habrán pasado treinta minutos, porque me advirtió el entrevistado ayer con una voz grave, deformada, “trae solo el grabador, ni celulares, ni cámaras, ni reloj. Solo el grabador. Cumplí si querés la nota.” Y me corto.
Supongo que habremos llegado a destino porque el auto clavó los frenos, apago la música, escuche que digitaba unos números, y de pronto sentí el ruido de unas puertas de galpón oxidadas abriéndose.

—Pibe, sácate la venda y baja.
—Gracias, ¿Cuánto le debo?

Y subió su ventana sin hablar. De repente una luz se encendió a mi derecha y una mesa improvisada estaba lista con dos sillas.
Se escuchó una voz y unos pasos de unos zapatos con suela bien firme.

—Sentate. ¿Tomás café?
—Sí, por favor.
—¿Cuántas?
—Dos, y media.
—Te pongo tres.
—Bueno.

Este diálogo se repite a la hora de tomar café con un entrevistado, acortan las frases a la hora de decirte “¿Cuántas cucharadas de azúcar querés?”. No sé por qué que, pero genera un clima tenso.
Metí la mano en el bolsillo y desde la sombra la misma voz me advirtió;

—Epa, ¿Qué hacemos?
—Necesito el grabador.
—Sácate la campera y tírala hacia tu izquierda.
—Pero antes me gustaría sacar el grabador. Se puede romper con el golpe.
—Agárralo, dale que no tengo tiempo.

Siempre supe que esta entrevista seria complicada, fue como una corazonada de periodista algo que te dice “Ojo con este por qué te responde con otra pregunta, hasta perderte”.

Arroje mi campera. Y de las sombras apareció un gordito panzón, petiso, vestido de saco cuadrille marrón (estilo escocés), pantalón de vestir Beige y zapatillas Topper de lona, una especie de sonrisa y dos tazas de café.

Parte 2 - Parte 3 Final

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