Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Te escribo con urgencia antes de que desparezcas de mi mente, porque sé muy bien que mañana te olvidaré y también sé que nunca me recordaras.
Te escribo, mientras armo otro cigarro, mientras afuera se escucha un vidrio caer, mientras las corridas y las respiraciones agitadas se escapan y la policía siempre tarda en llegar.
Te escribo, porque pueden patear la puerta, pegarme un tiro y morirme sin haberte escrito seria inaceptable, una muerte muy triste, muy vacía, muy simple, que no quisiera tener.
Te escribo porque brindas con gin-tonic, porque me diseñas mundos nuevos a cada instante, porque soñás ser Salgado aunque vivas en Argentina.
Algunas noches, me pregunto en soledad que será de vos, y no sé si realmente lo quiero saber. Entonces es cuando te veo, es el momento en que te veo besándolo a él. Y que tendrá él, que no tenga yo. Tal vez, un trabajo bien remunerado, una personalidad increíble, una forma de vestir única, su propio estilo, el carisma que tienen los que no son de Berisso.
Y entonces, el precipicio nuevamente, las manos debajo de la almohada, mi cuerpo partido a la mitad, el dolor en el pecho, el cigarrillo a medio fumar, el sueño imposible.
La sudestada, el agua en las rodillas, la casa inundada. Tu foto en la pared, mirándome, casi riéndote de todos mis días.

De ficción a ficción, nos tapa el agua, ambos lo sabemos. Pero esa mirada, esos ojos negros con resto de café, tu pelo cubriéndote el pecho, tu mueca de placer, el cruel recuerdo de nunca tenerte en mis brazos y la fascinación que me impedía acercarme a vos se evapora. Mi distracción adictiva, el brillo de tus labios, tus piernas criminales, y tus manos de doctora.
La sutileza en que caminas, me siento un idiota, ínfimo, un completo y realizado pelotudo. Y confieso que amo ser un pelotudo jornada completa.
Gastón, ahí recordé el nombre de tu novio, que al fin y al cabo es un tipo más, con mis defectos, y muchos más. Y eso me alegra tanto. Aunque en tus ojos él sea Superman, todos sabemos que no lo es.
Que dirán después que publique esto, que dirán todas tus amigas, ya lo sé, si hay algo que me caracteriza es mi imaginación, aunque últimamente no acierte ningún final en ninguna película, y eso sí que me da bronca.
Dirán, que soy un pobre tipo, que estoy loco por vos, y vos cerraras los ojos y te reirás, y ellas sin entender el porqué de tu risa, también se reirán pensando tristemente en mí, y es el momento en que la risa se transforma en llanto pero sigue manifestándose como risa.
Y yo acostado en mi cama sentiré ese instante, y una tristeza gobernara mi ser y lloraré, lloraré, sin saber porque, lloraré con una sonrisa, la de sentirme tan idiota de llorar sin saber porque.
Gastón se llama, que pensará él, vendrá a pegarme, mañana cuando habrá la puerta de casa, estará sentado al frente, esperándome, con bronca me pegará una trompada, y me gritara “que me cagué en su amistad”.

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Asunto: Gracias (No es cadena, léelo)
De: L.

Gracias, creo que nunca te lo agradecí, gracias, por cuidarme y enseñarme tantas cosas en tan poco tiempo. Este de seguro, será el mail que nunca tendría que haberte enviado, pero es una necesidad hacerlo justo ahora, a las 2:33 a.m de un Domingo hermoso que pase con mi esposo.

Hay cosas de él que me recuerdan a vos, y en verdad, me gusta. Yo creo que cuando cortamos la relación, de forma estúpida (eso de no vernos más, fue cualquiera), mi vida cambió, mucho cambió. A decir verdad, pensé que jamás me volvería a enamorar de alguien, y por unos meses estuve buscando una persona que sea igual a vos, de la misma personalidad, es que, me hacías falta.

Sabes, el otro día, dijo algo como; “La vejez se mide por la suma de fracasos amorosos”. Yo le pregunté de donde había sacado eso y me dijo que lo escucho, en realidad, no sabia si lo había escuchado, o lo había leído. Le gusta leer libros largos, que le duran meses y hasta años, los lee tal cual vos lo hacías, en voz alta.
Perdóname, pero me es inevitable hablar de él, o al menos compararte, espero que a partir de este mail pueda recibir una respuesta, y un café.

Te estarás preguntando de donde saque tu mail, ya sabrás la respuesta, esa frase es tuya, y me preocupa, tal vez no me creas, pero necesito saber cómo estás.

Saludos, L.


Asunto: De nada (No es una cadena, pero me siento igual de idiota como si lo fuera)
De: S.

Hola, después de tanto tiempo, todavía te acordás de mí, como si fuese fácil acordarse de uno mismo. Estás casada, que lindo, me llena de alegría saber que todas mis ex-parejas están casadas y son felices.

Me hace replantearme que todas mis relaciones fueron iguales, que todas terminaron iguales y que jamás volveré a enamorarme de alguien, porque sé… es como que antes de conocer a alguien… como las películas, cuando las volvés a ver que ya sabes que va pasar pero la ves de nuevo con la idea de que algo varíe, de que el final sea otro, y siempre es lo mismo, pero al cabo de un año, volvés a mirarla.

“La vejez se mide por la suma de fracasos amorosos”, es un texto viejo que escribí después que me dejaste (porque no cortamos por mutuo acuerdo, vos sentías que yo te asfixiaba, que era muy aburrido estar conmigo, que en verdad yo no te quería –quizás tenias razón- y no olvido, que una vez llorando me dijiste; “mi vida es tan triste, que no quisiera compartirla con nadie”).

Los Domingos son crueles, pero el índice más alto de suicidios son los Lunes.
Es decir que un Domingo después de las 12 a.m ya es lunes, podría matarme y ser un número más, pero odio las estadísticas, solo sirven para asustarnos (espero que haya respondido tu pregunta y sepas que estar, estoy, bien o mal, no importa).
L, sigo soltero, sin nadie a quien abrazar, sin nadie a quien besar, sin nadie a quien decirle lo hermosa que está hoy, lo bien que le queda esa blusa grande, estirada, gastada.

Me cuesta enamorarme, y a decir verdad, después de vos pasaron un par más, un par de mujeres totalmente enfermas con la autoestima por el piso, pero yo pienso que cuando me conocen, al paso del tiempo comprenden que se puede ser feliz. Es como si yo fuese ese vaso de agua cuando morís de sed y una vez que lo tomas, chau, te dan ganas de seguir corriendo.

Igualmente, no creas que esta respuesta tiene reproches o algún mensaje oculto, no, ya no me importa lo que piensen los demás, sé que nadie podrá intervenir en algo.
Leo, como lo hace tu esposo, o como siempre lo hacia yo, nada más que ahora en voz baja, me aterra escucharme leer, porque a veces no se si lo que yo pienso, es realmente lo que pienso o lo que leí que al decirlo en voz alta lo adopte como mío, ya lo decía Goebbels: “Miente, miente, miente que algo quedará, mientras más grande sea una mentira más gente la creerá”.

Me fui, me aburre hablar de mí, pero más me aburre responder correos.

Saludos L, y decile a tu esposo, que te cuide, o que al menos, te respete.

S.

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