Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Y creo que jamás volveré a sentir lo mismo que sentí aquella tarde. Es que, pensé que ya te conocía. Y son esos momentos, en que el tiempo no importa. Y ahora, ahora, daría mi vida por volver el tiempo atrás. Son segundos en que me siento tan mal, tan solo, tan raro, como que la vida se esta yendo y vieron en las despedidas, alguna vez tuvieron que tener una despedida, no precisamente alguna persona, puede ser algún objeto. Ese amor que se genera, esa falta de comunicación que es la que genera la conexión, sintieron alguna vez, ¿qué no hace falta hablar?

Es que, el tiempo no va a volver y si te espero es como estar preso, no piensen que estar preso es estar en alguna celda, uno puede estar preso mentalmente, estar cautivo, en fin. Vivir un mundo con los ojos cerrados, cuando podemos ver pero no logramos sentir.
Es que hay gente que llora por cada chiquilinada. Y al instante están riendo y están llorando y están riendo y ahora, si, justo ahora alguien esta llorando, se que alguien se esta despidiendo de otra cosa. Se que alguien esta tragando saliva, sabe que va a cometer el error de su vida. Se que alguien le desea la suerte a la otra persona y nunca lo sintió.
Es que siempre están los mercenarios del amor, esperando para arrebatar, escuchando, observando, pensando cual será el momento oportuno para robarte tu tesoro, lo que más cuidas, lo que más amas. Y como siempre, prometerá cosas que jamás cumplirá y como siempre te ilusionara. Y te partirá el corazón y el alma, te destruirá, no querrás ver el sol, tendrás miedo a la noche.
Y como siempre, lo amaras. Y sí, todo es como siempre. Todavía nadie se animo a dar un paso más. Todavía nadie se animo a decir NO, nadie vio que hay más allá de un SI. Nadie.

El amor esta en la calle. ¿Qué? SI, que el amor esta en la calle. Cuantas veces caminamos las mismas cuadras, cuantas veces fui al colegio dormido, cuantas veces pase por el quiosco, cuantas veces te ví. Cuantas veces me viste, también, dormida. Si caminamos las mismas calles, vos ibas de la mano del frente y yo por el parque y jamás nos hablamos. Y siempre mirábamos para atrás cuando el otro no iba a la par. Y yo lo sé, por que lo hacia cuando no te veía a vos. Es que aunque no nos habláramos, aunque no nos decíamos ni A, nos queríamos, yo se que nos queríamos. Porque yo lo sé, algo acá adentro me dice que lo sé, como también sé que el amor esta en la calle. Y como también sé, que me gustaría volver al colegio, para poder volver a verte. Todos los días, en ese mismo quiosco, todas las mañanas, todas las tardes, me encantaría volver a sentir el ruido del micro, el olor a nafta, el frío en las manos, en las zapatillas mojadas por el rocío, me encantaría, daría mi vida por volver el tiempo atrás.

Y por esta vez, no me dejen solo, ¿Alguna vez sintieron, qué no hace falta hablar?

Seguir Leyendo...

Parte 6 - Final

Si hay un miedo, hay un querer

—¿Pero quien te pensas que sos forro?, me tratás como a una basura, como si fuese una cualquiera —y no dejaba de pegarme con las dos manos en el pecho— te crees que sos el único que tiene problemas, ¿te pensás que nunca me cagarón?, que nunca me dejaron, que estoy bien, te equivocas, vos también, sos igual... sos igual.. —y no me quedo opción que agarrarle los brazos y abrazarla, la vi tan desalmada.
—Carola, estás muy mal —alcancé a decirle al odio. Ella no paraba de llorar —Carola, perdóname, es una puta costumbre que no me puedo sacar, estoy siempre a la defensiva, mi carácter no es normal, no soy una persona carismática, no sé sonreír para la foto, pero así es como vivo yo, no es mi intención hacerte mal.
—Ya se como sos, estupido. Ya sé como sos. —decía entre llantos— te conozco y mucho te conozco —siguió llorando, con más fuerza y me apretaba la espalda con más intensidad— me enamoré de vos Valentín.
—¿Qué? Carola, ¿vos te escuchas?
—Sí, me enamore de vos, no soy Carola, soy Euge.
—¿Euge? —y mis ojos se abrieron, mi cara se transformo en un gesto de extrañeza. Me descoloco ese nombre. —Euge... —repetí en voz baja.
—Sí, pero ahora me vas a odiar peor, nunca hago una bien, nunca. Ya no aguanto más Valentín, no aguanto más nada.
—Para, para, como que sos Eugenia, ¿No te llamas Carola?.
—En realidad sí, pero mi segundo nombre es Eugenia.
—¡Me mentiste!
—¡Dos veces te mentí! —gritó.
—¡Dos! —grité
—¡Sí, por que no me anime a decirte que te amaba! —gritó nuevamente.
—Yo me tengo que matar.
—Y yo también.
—No, pero no estoy jodiendo, me tengo que matar de verdad. Primero, me mentís con tu nombre, cosa que me importa un carajo. Segundo, me seguís mintiendo, constantemente, me ocultas que sos Eugenia. Y por ultimo me decís que me amas.
¿Tanta es la cara de pelotudo que tengo?
—Pero tenés que entender, no me animaba a decirte de entrada que era Eugenia, como te lo iba a decir, te ibas a calentar peor, llego un punto en que no podía dejar de hablar con vos, entendes, no sé, una pendejada, que se yo... tenia mucho miedo de que al conocerte en persona te caiga mal o que no sé, no me gustases y por como hablabas vos, note que estabas muy enganchado conmigo... perdóname... —se tapo la cara con las manos y empezó a llorar de vuelta.
—Que se yo... 2 años chateando con vos. 2 años diciéndome que vivías en España. 2 años como un puto extrañándote, queriéndote en silencio y me pasabas por al lado todos los días.
No son ni 2 horas, ni 2 días, ¡Dos años, Carola, DOS AÑOS!.
—Sí...
—Con razón nunca me enviaste foto, solo conocía tu voz, que hija de mil puta. Lo pensaste todo, ¿Cómo podés ser tan hija de puta?. Todas mentiras Eugenia, Carola, como mierda te llames, todas mentiras. ¿Cómo puedo creer que realmente me amas? ¿Así amas a las personas?.
—Si hay una mentira es por que hay un miedo y si hay un miedo, hay un querer. Valentín, no midas el amor en tiempo. Además mucho no querías a Eugenia realmente, te estabas levantando a Carola, y mi miedo aumentaba a medida que pasaba el tiempo, y te iba conociendo en persona, iba conociendo tu voz, tus gestos, más miedo todavía. No sabía como decírtelo.
—Es que vos estás en España supuestamente Carola, digo Eugenia, vos estabas allá, mi vida está acá. Era demasiada la distancia. Y además en ningún momento intente levantarme a Carola, simplemente veía muchas coincidencias en la forma de pensar con Eugenia y bueno, eso fue lo que más me retuvo. Aparte que te tengo que dar explicaciones.
Euge, dos años. Es mucho tiempo. Y ahora estás acá... —y se me tiro encima y empezó a besarme.

Sentía su lengua enroscarse con la mía, salvaje, su saliva, dulce, sus labios, suaves. Sus pechos sobre el mío, nos besamos como si fuese una despedida, la despedida más trágica del mundo. Yo con una mezcla de sentimientos maravillosos, no sé si buenos o malos, pero nunca sentí un beso así. Nunca.
Y el solo pensar en lo que me dijo el Ruso, lo de encariñarse con la gente, lo de las minas. Todo eso se evaporo cuando recordé el grito de ella diciendo que me amaba con lagrimas en los ojos. Amo equivocarme, amo la voz angustiada, amo el sabor de las lagrimas.
Cuando terminamos de ese beso gigante. Alcancé a decirle, que por favor, no me mienta más. Que mi corazón no soportaría otra mentira.
Y seguí besándola, al mismo tiempo que mi alma se fortalecía y mi cuerpo cansado de tantos pensamientos angustiantes comenzaba a curarse. La toque de arriba-abajo y de abajo-arriba, necesitaba hacerlo, realmente era una necesidad la de sentir su cuerpo, tanto tiempo imaginando su culo, sus tetas, su pelo, su boca, y ahora estaba frente a mi. Imponente, una vez más una mujer supera mi imaginación. Estaba con una sensación en el pecho inexplicable, como si mi cuerpo comenzara a crecer, a flotar.

Me sentí mejor, y mis días con el correr del tiempo fueron mejorando, muy de a poco, le conté la historia del Ruso.
Ella me dijo que fue Gabriel, mi compañero de trabajo el que le paso el msn mío a ella, que en realidad ella fue la que le insistió a sus padres para que no me rajen en la primer semana cuando sin querer queme toda la instalación eléctrica del local.
Me volvió a jurar que era tanto el miedo que tenia que no sabía como decírmelo, me pedía que me ponga en su lugar y yo en verdad, no podía comprenderla, fingí una especie de compasión con lastima, pero le creí.
Ahora convivo con un gustito a mentira, pero de a poco se esta yendo, es que necesito creer en alguien para seguir viviendo, aunque muchas veces mirando el techo, después de hacer el amor, pienso cuando será el día en que ella realmente me asesinara.

Y sin rencor alguno, esta mañana fui a llevarle flores a la tumba del Ruso.

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Final

Seguir Leyendo...

Parte 5

El amor es difícil y extraño en estos tiempos

—¿La cagué?
—Sí, me preguntaste la hora. La cagaste.
—¿Eh.. estás muy loco, que cague?
—Todo Carola, todo, venias re bien, es más pensé que de acá no nos íbamos hasta que nos echen, que se yo, pensé también mientras te escuchaba hablar que la estabas pasando bien, por un momento sentí que te conocía, que se yo...
—Para un poco, me parece que pensas demasiado.
—Sí, pienso mucho, cada palabra que digo, cada cosa que hago la pienso y la re-pienso.
—Eso esta muy mal, no es bueno pensar.
—Lo sé, por eso soy un fracaso, eso es lo que yo soy... un fracaso. Y me recontrá pudrí de esperar siempre el puto milagro, me cansé de conocer gente. Siempre la paso como el orto, me entusiasmo como un gil y de pronto se pincha el globo.
—Bueno, bueno... tranquilizate un poco querés, si nos vamos a deprimir, poneté cómodo por que yo tengo para rato.
—No pasa por deprimirse, es la verdad Carola, siempre que una mina me pregunta la hora es por que se va a ir, pero no por que se va a ir hacer sus cosas, por que se va a ir para siempre, ¿Entendés?.
—¿Sos psicólogo?
—No, bastante pelotudo.
—Con razón. A mi también quien me manda a tomar un café con un flaco pelotudo. Yo sola debo ser la única mogólica a la que le tocan todos flacos traumados. Tengo un imán para los pelotudos.
—Gracias por el café. Todo muy lindo, pero prefiero volver al trabajo.
—¿Te llevo?
—No, dejá, prefiero caminar.

Me paré, fui hasta la caja y pagué con los 50$ que me dio y le dije que el vuelto se lo dieran a esa flaca morochita que esta sentada en la mesa frente a la vidriera.
Comencé a caminar para la salida, abrí la puerta y me fui lleno de recuerdos cobardes.

—Ruso y la puta que te parió —murmure camino al local.

Camine dos cuadras y ella con su auto se puso al lado, estalló el cielo, y empezó a llover.

—Valentín, pensé que eras menos pelotudo.
—Viste, te equivocaste. Pensas demasiado. Si pensas por los demás generalmente te equivocas.
—Pero... ahora soy yo la que no entiende nada, ¿que mierda hago acá? —rezongó.
—No sé flaca, no sé, pero me parece que van a caer piedras. Ojala caigan y me caguén a golpes.
—Ojala y te acomoden un poco las ideas. Ya que los años no lo hicieron quizás las piedras lo logren en 5 minutos.
—¿Viniste a bardearme? —ya estaba realmente emputecido.
—Si, por que me quedé re caliente y no pude mandarte a la mierda en el café, ¿Quién te pensas que sos?. —ahora estábamos los dos realmente emputecidos.
—¿Qué te pasa? ¿nunca te cortaron la cara, nunca te dejaron? ¿Vas a llorarle a mamá ahora?.
—Sí, muchas veces, más de las que vos crees.
—Pobrecita.

Y cayó un granizo que me paso muy cerca, sentí el roce en la oreja. Y otro más pegó en el techo del auto. Y otro, y comenzó a granizar por toda la calle. Y ella ahí inmóvil con el auto.

—Subí boludo.
—No me rompas las pelotas, ya me estás haciendo calentar.
—O subís o bajo yo.
—Hace lo que quieras.
—Okey.

Estaciono el auto, y se bajo. Muy enojada, pero muy enojada. Una mina enojada da más miedo que un tipo enojado. En verdad no sabía si me iba a cagar a trompadas o si venia simplemente a charlar conmigo.
Y paso lo previsible, me pegó un empujón y me tiro de espalda contra la cortina metálica del local que estaba atrás mio, comenzó a pegarme en el pecho. Al mismo tiempo que me decía de todo.

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Final

Seguir Leyendo...

Parte 4

Una lagrima y un cortado

Llegamos al café.

—¿Te gusta este? —le dije a Carola.
—Me da igual
—¿Te conformas con poco? —pregunté.
—Con lo justo. No soy exigente, ni tampoco caprichosa.
—Sos la mujer perfecta —dije irónicamente.
—Ojala, generalmente ese concepto tuyo es el que me arruina la vida. Mucha gente piensa que soy perfecta, que no puedo ser así como ves, y sabés, se alejan por que esta “perfección” me muestra frágil, y no quieren dañarme.
—Sí, igualmente, era un chiste. No existe la mujer perfecta.
—Vamos —y señale el café que estaba situado en la esquina, parecía lindo, una fachada realmente imponente. Bien a la antigua.
—Dale

Ambos bajamos del auto. Entramos al café y nos sentamos en la única mesa que estaba vacía, llegó el mozo, pedimos café, nos colgamos mirando a una vieja muy paqueta que se sorprendió al ver una moneda de cinco centavos. Decía algo como “En mi vida vi una moneda tan chiquita....”.

—En fin, yo no entiendo nada. ¿Vos acostumbras hacer esto seguido? —me sincere.
—¿Hacer...?
—Esto, invitar gente que no conoces a tomar café.
—No, jamás.
—¿Y?
—¿Y?
—Perdona que me ponga pelotudo, no es que me quiera hacer el misterioso, pero en verdad, no entiendo que hago acá y que hace una mina como vos conmigo.
—Che ni que estuviéramos cogiendo, aparte ¿Por qué decís así “una mina como vos”?.
—O sea, sos la hija de mis jefes, no sabés la presión que genera eso en mí. Después, te alcanzo las llaves al auto y me tirás 50 mangos, después me invitas un café, me contás fragmentos de tu vida, no sos una flaca cualquiera...
—No, y vos tampoco sos un flaco cualquiera.
—Yo soy..
—Mucha pinta de asesino no tenés. Si fueses violador ya me hubieses violado, y hoy me levante resignada. —declaro Carola, sus ojos se iban cristalizando.
—Faaa... resignada, la resignación es la cumbre de los angustiados.
—Sí, te invite un café por que tenía ganas de charlar con vos, sonará estúpido pero cuando me llevabas el monitor, después que te fuiste, me arrepentí como una estúpida de no invitarte a tomar un café en ese momento. Y justo volviste y dije, de ultima, el no ya lo tengo y listo, todo sigue igual.
—Ya que nos estamos sincerando, jamás en mi vida te hubiera hablado si no era por alguna cuestión laboral o por forrear a tus viejos.
—Ah bueh... ¿Tan mal te tratan?
—No, que se yo, tu vieja es media densa, tu viejo esta todo bien, a veces nos colgamos viendo fotos del Mastin Napolitano, que bicho grande ese. ¿Cuánto come?
—Viste lo que es, Bartola se llama, es perra y come casi como una persona adulta.
—Se, es gigante.
—¿Y vos, por que aceptaste el café?
—Por tu culo.
—¿Por mi culo?
—Sé, tenés un culo terrible. —Y bajo la cabeza y comenzó a revolver el café.
—Ey...
—¿Qué?
—Era una joda, no te veo sonreír, a ver va de vuelta.
—¡Por tu culo!
—No es gracioso Valentín.
—Bueno, che, perdona, no te enojes.
—No me enojo, pero no es muy lindo decirle a una mujer que aceptaste tomar un café por su culo.
—Me desubique.
—Ja, tonto. No me molesta en lo más mínimo. Caíste.
—Uh, encima sos jodida-jodida.
—Yo acepte tomar el café, por que dicen que un clavo saca a otro y como trabaje en una carpintería comprobé que es cierto.
—También carpintero —dijo sorprendida.
—Sí, fue el mejor trabajo de mi vida.
—Mira vos...
—¿Tenes novia?
—No y no hablemos del pasado, ni del futuro.
—Complicado —suspiró y bebio un sorbo de café.
—¿Por?
—Y... que se yo, no sé. Vos recién nombraste tu trabajo pasado, constantemente estamos hablando del pasado y del futuro.
—Sí, el presente esta muy descuidado en estos tiempos.
—Y si, a nadie le importa el presente.
—A mi sí. Y perdona, pero todavía no entiendo que hago acá.
—Yo tampoco, pero bueno, veo que vos estás acá por que safaste del laburo.
—En parte sí, y en parte no.
—¿Tenes mucha imaginación?
—Algo
—Decime, ¿Tenés hora? —preguntó Carola.
—La cagaste.

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Final

Seguir Leyendo...

Parte 3

Preguntas anti-catástrofes

—Así que sos un despelote vos —le dije mientras íbamos camino al café.
—Bastante, bastante.
—Espera... te voy hacer unas preguntas anti-catástrofe.
-¿Anti-catástrofe?
—Sí, se las hago a todas las minas con las que paso del hola por cortesía.
—Ah, vos estás completamente loco.
—Por culpa de ustedes.
—¡Encima machista!.
—Realista.
—¡¡Peleador!!
—Sincero

Y estallo en risas, dientes blancos, una sonrisa espléndida. Bajo la ventana y la brisa aireo un poco sus cabellos, se mezclo con su perfume. Una de las combinaciones más peligrosas para un hombre encerrado en un auto con una mina que jamás le daría pelota, y más peligrosa cuando sabes que es la hija de tu jefes y aún más cuando sabes que es fija que te va a dejar antes de conocerte.
Lo cierto es que ambos nos reímos bastante, y esas preguntas ya no tenían importancia pero igual se las quería hacer.

—Bueno a ver... decime las preguntas catástrofes.
—Anti-Catastrofes, son de prevención. Okey, son tres, en dos me vas a decir la verdad y solo sé que en una me vas a mentir.
—Ah pero vos sos un personaje, 100% chamullero.
—No, mi pasado aborrece, son preguntas que me dejó de legado un amigo. —Obviamente estaba hablando del Ruso
—Para que no te sientas solo, mi pasado da lastima.
—Okey, mañana vamos a tener tiempo para deprimirnos, prosigo.
—Prosiga.
—¿Estás muy loca?
—Mmm... definí “loca” —dijo con tonito burlón lo que me obligó a ser explicito en la definición.
—Loca, ciclotímica, depresiva, sin rumbo, histérica, no sabes que hacer con tu vida, te drogas, sos alcohólica, exageras por todo, querés salvar al mundo, despreocupas tu vida, estás piantada, te faltan jugadores, sos media pelotuda...
—Entendí Valentín.
—Buenísimo.
-Podría decir que soy una loca pasiva. No me drogo, no quiero salvar al mundo, no despreocupo mi vida. No exagero por todo, no me gusta el alcohol, quizás me falten algunos jugadores, soy histérica como toda mujer, si tengo un rumbo pero con veintidós años todavía no lo encontré del todo y además estudio Veterinaria por que me apasionan los animales.
—¿Veterinaria? Te hacia más abogada.
—Segunda pregunta.
—¿Te gusta escribir, pintar, dibujar, hobbies?
—Soy veterinaria. Hobbies... no sé, colecciono zapatos.
—¿Tenes novio, amante, marido, hijos?
—Nada de nada.
—Esa ultima es en la que me mentís.
—¿Por?
—No puede ser que no tengas nada de eso, no te creo.
—Bueno, ahora vos sabes más de mi vida que yo.
—¿Te gusta el fútbol?
—No
—¿Películas Porno?
—No
—¿Estás enamorada?
—No
—¿Estás embarazada?
—No
-¿No me mentís?
-¡No!
-¿Segura?
-¡¡NOO!!
-Caíste

Y nuevamente comenzó a reírse, la mejor forma de aflojar la situación. Recurso valido, y totalmente legal para cuando te encontras frente a una persona muy densa.
Y así me sentía yo en ese momento.

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Final

Seguir Leyendo...

Parte 2

Empleado del mes


Y en verdad, me sentía mejor. El laburo es salud dicen y como estaba enfermo y podrido de que me traten de atorrante, me metí ahí. Unos jefes de mierda, unos compañeros frikis pelotudos, mogoliquitos 2.0, esos típicos que pasan tu msn sin tu consentimiento, que viven contándote las novedades tecnológicas, en fin, mucho no me curaba pero prefería seguir estando ahí, “antes que nada”.
Pasaron los tres meses de prueba y le pedí por favor a los dueños que no me echen, y ellos dijeron que me quedaría tres meses más de prueba. Sí, estafadores al mango. Pero no me importaba.
Una de las hijas del jefe se llamaba Carola, no puedo explicarles lo que era esa mujer. Con solo decirles que cuando la vi lo primero que pensé fue “Está no me da pelota ni en cincuenta años”, es más era tanta la inhibición que me producía y era tanto el cagaso de saber que era la hija de los dueños que cuando entraba no la saludaba. Ni la miraba, seguía acomodando mouses, teclados, y cualquier gilada que haga parecer que estaba concentrado en mi trabajo.
Analia, la dueña, la madre, me dice si no podía acompañar a Carola, si podía llevarle un monitor hasta el auto.
Por supuesto como buen empleado y forro que soy, acompañe a Carola hasta el auto, en el trayecto de una cuadra y media ni siquiera nos dijimos hola, nada, ni un clásico ¿Qué calor, no?.
Igualmente no podía despegar mis ojos del culo, cada paso que daba, mi cabeza se balanceaba para los costados. Un culo, h-e-r-m-o-s-o.
Llegué hasta el auto, me abrió el baúl, apoye el monitor y le pregunte si necesitaba algo más, secamente me dijo que no.
Volví al local y Analia me pidió si no le podía alcanzar las llaves a Carola que se las había olvidado.
Corriendo en pleno centro, llegué hasta el auto de Carola, justo se estaba yendo, alcancé a darles las llaves y en ese instante ella, busco en su cartera y me dio 50$ pesos por las molestias ocasionadas.

—No, gracias, es mi trabajo.
—Dale, no seas tonto, acéptalo. Tu trabajo no es arreglar el despiste que soy yo.
—Sí es por eso me fundo, no sabés lo despelotado que soy yo. —y agarre el billete, sí algo aprendí es a no ser desagradecido y más aún cuando me conviene.
—Son simpático, ¿Cómo te llamas?
—Uh, para, me haces acordar a una ex. Vuelvo al trabajo, ¿Necesitas algo más?
—Retiro lo dicho, ya voy averiguar tu nombre.
—Me haces acordar a otra ex. Me llamo Valentín.
—¡wow! que hermoso nombre.
—Sí, ¿Vos tenés segundo nombre?
—No... —respondió Carola.
—Ah, yo sí, pero es como que mis padres eran de diferentes escalas sociales o estaban un poco borrachos por que mi segundo nombre es Rubén y como que no da.
—Valentín Rubén, ¿Vamos a tomar un café? —me apuró.
—Tu vieja me mata, cuando salgo del trabajo vamos, con gusto.
—A ver.. espera un segundo.

Saco el celular y llamó al negocio, le avisó a la madre que yo iba con ella hasta la casa así le conectaba el monitor y revisaba la computadora de ella por que tenia problemas con el correo y no podía recibir los mails de la facultad.
Se ve que la vieja agarro viaje por que me dijo que después de ahí me tome el día. Eran las dos de la tarde, yo laburaba hasta las ocho así que estaba más que feliz.
Y Carola me hizo seña de que me suba al auto.

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Final

Seguir Leyendo...

Parte 1

Legado

Dos cosas que el viejo de Pablo le dijo antes de morir fueron:

-No te encariñes con la gente. Hace muy mal.
-No esperes que una mina te avancé. Es más, no esperes a una mina.

Pablo las repite y a mí me produce escalofríos. Constantemente me dice, “viste, mi viejo era un sabio, como son las cosas”.
Trato -en vano- de intentar cambiar su forma de pensar, pero a veces me dan ganas de decirle “tenés razón”.
El viejo de Pablo, buen tipo, vos lo podías mandar a la mierda que el tipo te regalaba la mejor sonrisa. Y era un sabio, en verdad lo era, si cuando iba para la carpintería a darle una mano siempre me tiraba frases al azar que me tenían toda la noche maquinándome los sesos.
Ponía el agua para el mate y el loco ahí nomás te clavaba “Que no se hierva, ni que este fría. Todo tiene un tiempo exacto”.
Y así con todo, nomás bastaba que me pida el martillo para decirme otra “No, ese no, pasame el que tiene dos caras, así como vos”, y listo, ya me cagaba la mañana.
No sé por que razón el termino pensando eso de las minas, pero recuerdo que siempre hablaba de mujeres, siempre citaba alguna que lo había hecho sufrir o algún recuerdo esporádico de una mina que le movió el piso.
Juliana era de la que más hablaba, con Pablo cursé toda la secundaria, es como un hermano para mí, yo lo aprecio mucho, somos compinches, pero fue en el verano que le pedí una mano, necesitaba guita, y él me dijo si no quería ir con el padre que por ahí podía hacer unos pesos, que me convenía, y yo fui, me mandé de una.
Lo cierto es que el Ruso como le decía al padre de Pablo, era muy macanudo, pero siempre marcaba un limite, cuando yo hablaba de ir a comer, o de no sé, que se yo, invitarlo una cerveza, el ahí automáticamente me decía que no. Y nunca le pregunte, nunca me llamo la atención, hasta que Pablo me confeso esos dos consejos que le dio el padre.
Cuando Pablo termino de contarme eso al instante le pregunte por Juliana, toda la curiosidad broto de golpe. Y sorprendentemente Pablo me contesto “No sé, mi viejo jamás habló de su vida privada conmigo”. Y eso que era el hijo él. Una locura o una cordura.
Recuerdo la voz del Ruso, y su frase que nunca me atreví a decirle a Pablo, “Me di cuenta que todas las minas me dejaban por mi forma de ser, sin saber que yo disfrutaba así mi vida”.
Esa frase tomó valor cuando mi mujer me dejó. Y siguió sumando valor como una bola de nieve cuando todas las mujeres no pasaban más que un fin de semana conmigo. Es más ya sabía cuando era el momento exacto en que una mujer me dejaba, con tal solo escuchar “¿Tenés hora?”.
Ahí ya sabía que otra vez la búsqueda era al pedo. Que toda la tarde, que toda la noche, que la media mañana no servía absolutamente para nada.
Pero yo no quería terminar como el Ruso, yo no quería terminar así. Y sin embargo en cada anécdota, en cada fracaso parecía que hablaba de mí. Con exactitud, con una precisión que a la noche no me dejaba dormir.
Cuando me acostaba a la noche sentía en mi pecho un adoquín, no podía dormir. Es como que todo se me subía a la garganta y tenía que ponerme un almohadón más para inclinarme un poco y así poder cerrar los ojos y descansar.
Que me dejen no era el inconveniente, el tema era que yo lo sentía como un fracaso personal, no separaba las cosas, ni tampoco podía decirme “Quizás no llego a conocerme”, no, yo asumía toda la culpa.
Lo afirmaba en cada noche cuando la veía normal, cuando veía que mi esposa seguía exactamente igual como si nada le hubiera pasado, y me preguntaba “¿Cómo hace?”.
No sé como hacen las personas para superar eso, no lo sé.
Me llamaba en la semana para saber como estaba, me llamaba para decirme que me quería. Odio sentía al escuchar eso, escuchar el “¿Cómo estás?”, me daban ganas de decirle, como el culo ¿Cómo mierda se te ocurre llamarme para saber como estoy?.
Y todas exactamente igual, el mismo procedimiento, por ultimo optaba por decirle a todas lo mismo, “excelente, por suerte, muy bien” y la voz del Ruso en mi cabeza, “No es bueno querer a la gente, como tampoco es bueno odiar a todo el mundo, pero viste, es como que de a poco te vas muriendo”.
El problema es que uno constantemente se enamora, a cada instante en cada segundo, de personas simultaneas, y en la cabeza se hace un collage con rasgos de todas las personas que te van marcando y cuando ves algo de alguna de ellas, cagaste. Ya es tarde, pero esa no es la peor parte, la peor parte viene cuando sabés que te van a dejar en horas, cuando te das cuenta que es cuestión de darte vuelta para saber que a esa persona no la vas a ver nunca más. Y las mujeres tienen ese puto cariño que te caga la vida. Ese cariño del orto de saber como estás después que te hicieron mierda.
Pero lo hacen sin culpa, no es que lo hacen con intención de joderte, en verdad, juran estar preocupadas, solo a una mandé a la mierda y se largo a llorar.
Pensé que se suicidaba la boluda, pero nuevamente al otro día ya se le había pasado y me pedía disculpas por ese llamado. A ella se le pasaba en un día y yo me sentía pésimo toda la semana por que al saber que ella lloraba por mí reavivaba un poco la esperanza de que quizás quiera volver conmigo, de que se yo. Pero nada que ver, lloran por su sensibilidad de mujer y nada más que por eso. Por que te ven vulnerable, se mimetizan enseguida, como una especie de lastima y saben de forma inconsciente que algún día les pasara lo mismo que ellas están haciendo y esa especie de culpa ajena las hace llorar.
Volviendo al tema, cuando el Ruso falleció, yo me fui de la carpintería, por que Pablo la cerró, él estudiaba medicina y no se daba maña, yo no había aprendido un carajo por que el Ruso no era bueno explicando y se calentaba enseguida si no entendía, entonces solamente le cebaba mates, barría un poco, acomodaba las cosas, no me dejaba ayudarlo por que decía que podía cagarle el trabajo si me equivocaba en un milímetro así que en pocas palabras me tiraba unos mangos por que tenía mucho laburo y nada más que por eso.
Cuando me fui de ahí, conseguí laburo en un casa de computación, estaba de vendedor, un laburo que realmente necesitaba para comenzar a relacionarme con la sociedad nuevamente, para darle otra oportunidad. Me hacia pensar que quizás eso me salvaría un poco del encierro, de la frustración.

Parte 1 - Parte 2 - Parte 3 - Parte 4 - Parte 5 - Parte 6 - Final

Seguir Leyendo...

Déjame verte dormir.
No... imagíname.

Y no supe por donde empezar. Quería imaginar su pelo, pero su boca podía más (siempre fui impaciente). Intente por todos mis medios ir despacio, y comencé a imaginar sus pies pero como iba hacerlo si sus ojos café (oscuros y dulces) iban y venían en mi cabeza.
Decidí entonces empezar por sus manos, pero al comenzar a imaginar su brazo, sentí el perfume de su piel, y todo me llevaba a su pequeña y redonda nariz.
¡Ay, dios santo, ¿Cómo se imagina todo esto?!
Y su cuerpo, seguía su cuerpo, y sus pechos, y su espalda infinita. Casandra se revuelca entre tus pies y disfruta gustosa la suave seda de tus piernas sabiendo que jamás volverá a sentir algo así.
Mis ojos cerrados, con fuerza, mi mente en blanco anulando cualquier pensamiento, intenta ordenar el desorden de ideas (tanto como el de tu cuarto). Comprobando y dejándose llevar para saber de que lado están.
Siempre te imagino desnuda durmiendo, mil posiciones diferentes, de todos los ángulos, a varios puntos de fuga. ¿A dónde vas?.
Pienso en la mujer perfecta y el solo hecho de pensar en tu cola desintegra todo, el solo hecho de saber que en mi imaginación te acaricio, me pierde, me lleva, me trae, me deja tirado, me levanta, me zamarrea, me pide por favor que nunca habrá mis ojos.
Si supiera hablar ingles te lo diría al oído, “quiero estar contigo para siempre”.
Y como un infeliz sueña con que un milagro caiga del cielo, yo intento imaginarte.
Sonríe, puedo ver tu sonrisa, bésame, átame a vos. Es que en esta vida, sacrifique todo por amores que callé, por amores que nunca sucedieron, duele, es el mismo dolor que sufre una estrella al apagarse, al decir adiós.
Abrís tus ojos despacio, y puedo ver tu mirada fija en los míos. Transmíteme tu amor, encuentra mi mirada perdida, cansada, encuéntrala, búscala, estoy ahí, y aunque no me puedas ver, estoy ahí.
Y rozo tu mejilla, y mi cuerpo se estremece, esto ya no es una ilusión, siento tu suavidad, siento tu calor. ¡Ay, dios mío, regálame algo que le pueda ofrecer!
Es que ya no tengo nada, solo un pila de rencores a mujeres que no se lo merecen. Solo historias que se inmortalizan, que estarán cuando ya no este, que serán leídas, ya no busco ese consuelo que buscaba hace unos años atrás.
Ya no escucho un te amo... ya no digo te amo. Fumo como un condenado, soy tan mal actor, si pudiera reflejar todo lo que siento con palabras.
Quizás es la desesperación de abrazarte, quizás todo sea un confuso espejismo, tal vez yo no soy lo que buscas, ni vos sos lo que yo busco, y entonces, ¿Cómo puedo dormir esta noche?.
Nombres, ciudades, edades, países, todo va pasando, menos mi miedo, menos tu miedo, la vida nos pasa por delante, en cada segundo, en cada momento, en cada latido.
Libres, ja, la libertad se consume como fuego lento, cuando uno piensa que esta en libertad es cuando menos lo esta. Pero te veo sonreír, no sé como, pero te veo sonreír, sonríe, grita mi nombre, rompe las cadenas imaginarias que nos atan.
Todo es tan falso, menos el cielo en donde cada noche te busco, y me despierto con una sonrisa victoriosa, es que no sé si en verdad te encuentro, pero tu sonrisa siempre me convence.
Pintarte un cuadro con colores únicos, regalarte chocolates, escribir esto, hablar de más.
Confundirte, ya comienzo a dañarte sin conocerte, si pudiera ir despacio, si pudiera hacer todo lo que escribo, si pudiera cumplir reglas, si aprendiera a prometer.
A veces me cuesta distinguir que es lo que realmente quiero, que es lo que tendría que cuidar o que es lo que necesito. Y me miento, diciéndome que todo es fácil.
Ya no recuerdo mi primer beso. Pero sí quiero recordar el ultimo.
Tengo miedo de caer al vacío, de romper este juego masoquista, de volver a despertarme sin saber quien soy.
Guía mi vida, que estos sentimientos no cambiaran. Y quizás el tiempo se detenga.
Te quiero más que ayer, aunque no lo pueda demostrar.
Sabes, tengo miedo de morirme, y también tengo miedo de morir al conocerte.
Nadie entiende por que estoy tan loco ¡Es magnifico!, estoy vivo.
En esas noches interminables en las que te dan ganas de correr a toda velocidad, un hada me dijo que todo lo que se encuentra se vuelve a perder. Pero olvidó decirme cuando se perderá.
Sonríe, y que el mundo sé sonría a la par.
Mientras tanto seguiré imaginándote, juntando fuerzas para salir a enfrentarme a mis miedos, no me avergüenza decir que tengo miedo, peor seria.... no imaginarte.
Después de todo, siempre nos quedara esta historia.

Seguir Leyendo...

Capitulo 3
La Flaca http://historiadelaflaca.blogspot.com/

Si quieren regalar arte, también pinto entre otras cosas:
Aire

Seguir Leyendo...

Me acosté en la cama con intención de dormir, pero comencé a pensar de que manera decirle que no quiero saber mas nada de ella. Se me ocurrieron millones de formas, la conozco tanto que se lo que le molesta y como hacer mas fácil o menos doloroso ponerle fin a esta relación.
Ambos nos queremos, pero el tiempo nos desgasto, que alivio siento echándole la culpa al tiempo, aunque sinceramente creo que el problema soy yo, me parece que no es el amor de mi vida como pensé que lo era cuando la conocí. Después de acostarme con ella me pasó exactamente igual a lo que siento ahora, lo mismo, esas ganas de decirle que no quiero saber mas nada, ganas de desaparecer, de morirme.
Ella dormía con una paz, creaba una atmósfera de velorio que me motivaba a despertarla y decírselo, la miraba fija y nose si lo intuía pero entreabría los ojos y me miraba, me abrazaba fuerte y me decía te amo y se volvía a dormir, anulando todos mis sentidos como quien apaga una radio, también quería -bah, en realidad siempre quise- dejarle una carta con mi despedida pero creo que no se lo merece, ¡que estoy pensando!, nadie merece que lo dejen por carta, dios, no doy más.
Pero hoy es el día, el mar esta tieso como muy pocas veces se puede observar, el viento no existe, siento como todo se prepara para el estallido de una gran tormenta, tengo un presentimiento que algo va a estallar cuando le diga que no quiero saber mas nada, pero alguien tiene que ponerle fin a esto, es que no doy mas a tal punto que me siento mal conmigo mismo.
También lo hago por el bien de ella -espero que lo entienda así- sino me rompería a la mitad saber que le hago daño, creo que siempre al comenzar una relación estamos clavando un cuchillo, una puñalada, que cuando cortamos la relación empezamos a sacar el cuchillo y comienza a sangrar la herida con riesgos a morir desangrados, una muerte interna, algo que una persona de afuera vería como un simple corte, solo nosotros sabemos el dolor que causa eso.
Ya falta una hora, comienzan mis nervios, mis practicas frente al espejo, la gente cuando pasa por al lado se da vuelta para mirarme, es que no puedo dejar de repetir todo y a veces quedo como un loco cuando camino por la calle hablando solo, es que no doy más tiene que ser hoy el gran día, la despedida final.
“Mi amor tenemos que hablar, necesito decirte algo muy importante” creo que es muy de película encararla así, es que no tengo que dejarla hablar sino me va a anular como siempre lo hace con esa voz hermosa y esos ojos negros, intensos.
“Amor, podemos hablar un segundo?” creo que así esta bien, aunque nose si decirle amor, porque suena demasiado hipócrita de mi parte, tengo que medir las palabras, la voy a llamar por el nombre.
“Carmen, tengo que contarte algo que vengo pensando hace unas semanas” no, me va a matar si sabe que hace unas semanas estoy pensando esto.
De pronto alguien me toca la espalda y me dice “Yo también necesito decirte algo que para mi es muy importante, pero nunca doy tantas vueltas como vos para decir algo”, era ella. Mis ojos se llenaron de lágrimas, debo decírselo, necesito descargar esto.
“Te amo como nunca ame a nadie, creo que sos el amor de mi vida, lo que me da fuerzas para seguir, te pienso de noche, te pienso de día, no dejo de pensar en vos, todo lo que hago lo asocio con vos, no puedo parar de hablar de vos, te necesito tanto, sos lo mas importante que tengo hoy en día. Después de tanta mierda, de tanto sufrir, te encontré, creo que sos lo mejor que me paso en la vida, gracias por estar mi amor, gracias por todo esto, por tus besos, por tus abrazos, te amo, créeme que te amo y que jamás te voy a dejar”.
Nuevamente anulo todos mis sentidos.

Seguir Leyendo...


Invitame un café en cafecito.app



Copyright 2005-2020


Invitame un café en cafecito.app


Autor | Secciones | Contacto